Aguacates, drogas y un triángulo amoroso: Una breve historia del CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación)

Artículo basado en el libro: "CJNG El cártel más peligroso de México" de Chris Dalby.

14 min read

La historia reciente de México es indisoluble de los cárteles del narcotráfico. Con esto no quiero decir que México sea un país de traficantes, sino que los negocios de las drogas a nivel mundial no serían lo mismo sin los cárteles mexicanos, al puzle le faltarían piezas. Desde el cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán, hasta el extremadamente violento cártel de los zetas, pasando por el fronterizo cártel de Juárez, hoy en decadencia; las últimas décadas de la historia de México se han visto empañadas por la sangre de las guerras de estos grupos por el poder y el control de las rutas de distribución. Sin embargo, a día de hoy, una escisión del legendario cártel de Sinaloa, copa la mayoría de portadas de los periódicos, gracias a su extremada violencia y rápido crecimiento. Estoy hablando del CJNG o Cártel Jalisco Nueva Generación. En este artículo analizaremos un poco de la historia de este reciente grupo de narcotraficantes.

Desde 2012, cuando el CJNG comenzó su meteórico ascenso, e cártel ha tejido un objetivo claro: convertirse en el actor criminal dominante en México. Este grupo, hace declaraciones de guerra al resto de cárteles cada vez que sus miembros se adentran en nuevos estados (mercados). Lógicamente, la principal fuente de ingresos del CJNG es la droga. Es responsable de una gran proporción de la fabricación y distribución de fentanilo, metanfetamina, cocaína y heroína, tanto en México, como en Estados Unidos. Gracias a una red de comercio internacional, el CJNG obtiene los precursores químicos para la fabricación de sus drogas de países como China y la India, permitiéndoles ser uno de los mayores proveedores de metanfetamina de Europa y Oceanía (y eso que les pilla lejos). Otra característica a destacar de este cártel es que les gusta hacerse notar. Ya sea derribando helicópteros del Ejército Mexicano, u organizando impresionantes desfiles militares, el CJNG muestra una gran avidez por aparecer en los titulares. Su líder, Nemesio Oseguera Cervantes popularmente conocido como “El Mencho” es uno de los hombres más buscados del mundo, y el resto de miembros del CJNG muestra una devoción fanática por él. Aun así, es una persona muy esquiva de la cual apenas se tienen fotos, por no hablar de que las autoridades ni siquiera pueden certificar que siga vivo. Pero antes de adentrarnos más en las turbulentas redes que teje el CJNG por todo el mundo, veamos un poco de la historia de los cárteles mexicanos.

Para comenzar esta historia nos centraremos en el pueblo de Aguililla, situado en las montañas del suroeste del estado de Michoacán. Este estado ostenta el título histórico de epicentro de la producción y el tráfico de drogas. Gracias a la fertilidad de la tierra de sus montañas, y la gran cantidad de escondites que alberga, representa un lugar idóneo para el cultivo de marihuana y amapola de opio (o adormidera). Cuenta con una larga costa en el Pacífico con uno de los puertos marítimos más grandes de todo México, por no hablar de que está solo a unas horas en coche de Ciudad de México, y muy bien conectado por autopistas con la frontera estadounidense. Los agricultores de frijoles y maíz de la zona de Aguililla, vieron muy pronto el potencial del negocio de las drogas. Aunque es complejo precisar el cuándo, ya en 1940, la producción de marihuana y adormidera representaba un medio de subsistencia para los agricultores de la región. En 1950, estas plantaciones ya se habían extendido a Dos Aguas, un pueblo al oeste de Aguililla, y mantuvieron un crecimiento constante hasta 1970, cuando José Valencia (un apellido muy común en la zona) se convirtió en el proveedor de confianza de marihuana y adormidera par los grupos más grandes del norte de México, en concreto, los situados en Sinaloa. Aun así, no fue hasta la década de 1980 cuando la familia Valencia adquirió un reconocimiento nacional, gracias al cultivo, no de una droga, sino de una fruta, el aguacate. En esta década comenzó el boom del consumo de esta fruta, que se ha prolongado hasta día de hoy convirtiéndose en un alimento que consumen cientos de millones de personas a diario. Con el creciente negocio del aguacate, la familia Valencia consiguió desarrollar una extensa red de conexiones, desencadenando su imparable expansión. Situando varias granjas en pueblos remotos (para evitar a las autoridades) pero lo suficientemente cerca de la capital, los puertos y las autopista que conducen a la frontera, tanto los negocio lícitos (aguacate) como los ilícitos (marihuana y adormidera), crecieron en paralelo.

Debido a la expansión del libre comercio y la retirada de financiación estatal (como no el neoliberalismo fomentando los negocios de drogas) los agricultores de la región se vieron obligados a vender sus tierras o a buscar otras fuentes de financiación. Los Valencia estuvieron más que dispuestos a aprovecharse de esta situación. El Mencho abandonó la escuela a los 11 años para trabajar recolectando aguacates en las tierras de los Valencia. La familia Valencia, al estilo Pablo Escobar, empezó a realizar una serie de inversiones en la comunidad agrícola, como la compra de tierras, el ofrecimiento de trabajo en sus plantaciones o mediante préstamos para quienes no podían acceder a los de los bancos. De esta forma, los Valencia consiguieron poder y respeto. Sin embargo, existían ciertos problemas a la hora de expandir su negocio a uno de los mayores consumidores de drogas del mundo, EE.UU. El problema de apenas unos centímetros de tamaño, era el gorgojo del hueso del aguacate (un escarabajo), una plaga de esta plantación que azotó Michoacán en las décadas de 1980 y 1990. Aunque los estadounidenses se enamoraron del aguacate en esos momentos, por miedo a que el gorgojo afectase a sus mercados, no se permitía la compraventa de los aguacates de la familia Valencia. Pero como México representaba el 30% de la producción de aguacate mundial, y Michoacán representaba el 75% de la producción de México, estos cultivadores fueron beneficiarios de programas para erradicar el gorgojo, patrocinados por EE.UU. De esta forma, los Valencia tuvieron vía libre para la exportación.

En la década de 1980 Armando Valencia Cornelio, apodado “Maradona” era un experto en el comercio de aguacate, pero todavía un neófito en el tráfico de drogas, por lo que decidió emigrar a California, ciudad con una gran diáspora de mexicanos de Michoacán. Ya en esta época muchos de los integrantes del CJNG (incluído el Mencho) se encontraban en California y estaban involucrados en la venta de heroína y marihuana mexicanas, así como en la producción y venta de metanfetamina. “Maradona” ya trabajaba para el cártel de Guadalajara, uno de los cárteles narcotraficantes más exitosos de México y creador del corredor Colombia-México junto con la ayuda de Escobar. Pero tras el arresto del jefe del grupo, el cártel se desintegró, y Armando Valencia pasó a trabajar para el cártel de Juárez, quienes acapararon gran parte del negocio de Escobar tras su muerte en 1993. Con el tiempo, los Valencia decidieron pasar de proveer a los cárteles, a crear el suyo propio. El dinero obtenido con la compra-venta y producción de droga, se limpiaba a través de la distribución de aguacates, un negocio redondo. El grupo fue bautizado como los Reyes del Aguacate y se creó originalmente a finales de la década de 1990. Sin embargo, este incipiente cártel pasó desapercibido ante la mirada de las autoridades mexicanas, ya que existían cárteles más importantes en los que fijarse; concretamente, los de Tijuana, Juárez y Sinaloa, engendrados a partir de la fragmentación del cártel de Guadalajara. Además, la familia Valencia, gracias a sus años de desarrollo en Michoacán, tenía conexiones corruptas entre la policía, los políticos y la fiscalía de la zona. Esto, junto a la dificultad de investigar a la familia (existían miles de Valencia en las montañas de Michoacán) permitió al nuevo cártel expandirse sin restricciones.

La meteórica ascensión de la familia Valencia, los Reyes del Aguacate o el Cártel del Milenio (debido a los años de su creación), atrajó la atención del mayor socio que podían conseguir, el cártel de Medellín de Pablo Escobar. Debido a la fragmentación del cártel de Guadalajara, Escobar necesitaba nuevos socios para mover su cocaína a EE.UU. Fabio Ochoa, un lugarteniente de Escobar, fue el responsable de establecer las relaciones con los Valencia, relaciones que perduraron tras la muerte de Pablo (1993). Gracias al arresto de Ochoa, se descubrió que el joven cártel había traficado unas 30 toneladas de cocaína entre 1997 y 1999. Para ello, los Valencia emplearon su influencia en los puertos del Pacífico, para colocar los cargamentos de cocaína en los barcos. Aun así, una entrevista que la fiscalía estadounidense realizó a un traficante colombiano detenido en 2001, demuestra el desconocimiento que las autoridades tenían respecto a la familia Valencia: “¿Ustedes tienen el conocimiento de cuál es el cártel que más droga mueve en este momento?” Preguntó el colombiano. “No… ¿a qué cártel te refieres?” respondió la fiscalía. “A los Valencia, el Cártel del Milenio”, “¿Quiénes son los Valencia?” Preguntó el fiscal. “Son los más importantes y poderosos introductores de drogas en EE.UU.”. Se calcula que a principios de los 2000, el Cártel del Milenio movía un tercio de la cocaína que consumían los estadounidenses. Aunque el futuro parecía prometedor, un triángulo amoroso lo cambió todo.

Osiel Cárdenas Guillén, perteneció al Clan del Golfo, y se había convertido rápidamente en uno de los mayores narcotraficantes de todo México gracias a su control en la frontera con Texas. Carlos Rosales Mendoza, trabajaba como intermediario entre los Valencia y el Clan del Golfo. Gracias a Mendoza, los dos grupos colaboraron estrechamente en los envíos de marihuana y cocaína a la frontera norte de México. Además, el trabajo de Mendoza con los Valencia se facilitó, ya que se enamoró de la prima del jefe de seguridad de Armando Valencia (“Maradona”), un joven Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho o futuro líder del CJNG. Aunque pronto se casaron y tuvieron un hijo, el amor no duró mucho, ya que la prima del Mencho, atrajo la atención de Armando Valencia, jefe de su primo y líder del Cártel del Milenio. Mendoza, herido de amor, desarrolló un odio sin límites por todos los Valencia, llegando a ofrecer recompensas de hasta 20.000 dólares por la cabeza de cualquiera de sus miembros. No obstante, Mendoza poco tenía que hacer contra uno de los cárteles más poderosos del momento, pero tenía un poderoso aliado, Cárdenas Guillén del Clan del Golfo, quien tenía sus razones para acabar con los Valencia. Aunque ambos clanes colaborarán, si uno caía, el otro se quedaría con todo el pastel. En este momento, como intermediarios de la violencia entre ambos cárteles, apareció un nuevo grupo, los Zetas, uno de los grupos criminales más sádicos de México. Compuestos por exmiembros de las fuerzas especiales mexicanas, este grupo comenzó como un escuadrón de sicarios, y sus miembros dieron una paliza a los hombres de un compañero de negocios de los Valencia que controlaba uno de los puntos de acceso a EE.UU más empleados, Nuevo Laredo. En unos pocos meses, este socio fue secuestrado, torturado y asesinado. Aun así Cárdenas no se detuvo y envió a los Zetas a invadir Michoacán, iniciando una de las etapas de mayor violencia que había presenciado la región, con más de 250 muertos en unos pocos meses, incluídos algunos políticos con relación con los Valencia. En este tumultuoso periodo, Armando Valencia (“Maradona”) fue arrestado y dos de sus sobrinos tomaron el control del cártel.

Fotografías policiales de El Mencho (1986 y 1969).

Los nuevos líderes del Cártel de Milenio tuvieron que enfrentar una serie de problemas, ya que la guerra con los Zetas continuaba. Entre 2003 y 2005, cientos de asesinatos se sucedieron en Michoacán debido a la guerra entre ambos cárteles, y muchos de estos muertos llevaban el apellido Valencia. Entre todas las trifulcas generadas por el control de Michoacán, se puede destacar una acontecida en agosto de 2005, en un hipódromo de Tonalá, en donde se organizaba un pelea de gallos. 250 personas acudieron al deplorable evento, y sufrieron un ataque con granadas por parte de los Zetas, solo hubo 5 muertos, pero uno de ellos de nombre Saúl, resultó ser el primo de El Mencho. Llegó el momento de hacer lo impensable, la familia Valencia debía abandonar Michoacán, la cuna que los engendró. Sin embargo, la retirada no fue en vano, ya que el Cártel del Milenio seguía manteniendo una estrecha relación con otro clan del norte, el cártel de Sinaloa del “Chapo” Guzmán. Ambas partes llegaron al acuerdo de que los Valencia se convertirían en los vasallos del cártel de Sinaloa, a cambio, la familia obtendría protección y refugio. Para controlar a los nuevos reclutas, El Chapo empleó a su suegro, Ignacio Coronel, apodado como “Nacho” ya que tanto la familia Valencia como él tenían un gran interés en la producción de metanfetamina. Tal era la relación de Ignacio Coronel con esta sustancia, que era popularmente conocido como “El Rey de Cristal”. Una vez abandonado Michoacán, las nuevas tareas de los Valencia dentro del Cártel de Sinaloa, se basaron en traer precursores químicos para la fabricación de metanfetamina desde China, lavar dinero y extender su control por otras zonas del país. Aunque la colaboración de vasallaje entre ambos clanes duró años, el Cártel del Milenio siguió sufriendo una serie de varapalos con la caída de sus principales jefes. Estas muertes y arrestos han sido objeto de múltiples debates, y se postula que Nacho (suegro del Chapo perteneciente al Cártel de Sinaloa) y El Mencho colaboraron para acabar con los jefes de los Valencia. Debido a la falta de un líder, el Cártel del Milenio comenzó a fragmentarse, a la par que El Mencho vio una oportunidad para un rápido ascenso dentro de la jerarquía de la banda.

Nemesio Oseguera Cervantes (El Mencho) mostraba todas las credenciales para ascender en la jerarquía del Cártel del Milenio, había estado vinculado con la familia Valencia desde niño, trabajó como jefe de seguridad de “Maradona”, fue empleado como sicario por Coronel y el Cártel de Sinaloa, por no hablar de que su esposa era una de los Valencia. Esto le otorgó el apoyo de un gran número de miembros destacados de la familia. Pero como en todas las disputas por el poder, no había un consenso entre los integrantes del cártel. Los rumores de que había vendido a varios miembros del clan eran numerosos, por lo que algunos lugartenientes del cártel fuera de la familia Valencia, tenían dudas sobre El Mencho. Por ello, algunos como Ramiro Gónzalez Pozos, apodado “El Molca”, decidieron crear una escisión del grupo conocida como La Resistencia; mientras que El Mencho formó su propio grupo disidente, Los Torcidos. Para asegurarse su liderazgo, El Mencho habló con El Chapo para encargarse del control de las operaciones de drogas que llevaba Coronel en Jalisco, a cambio, seguiría siendo leal al cártel de Sinaloa. De esta forma, el nuevo grupo adquirió el nombre de Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El Chapo estuvo de acuerdo, y así se inició la guerra entre el CJNG y La Resistencia (la otra fracción del Cártel del Milenio). El Molca (jefe de La Resistencia), con la intención de establecerse en Michoacán, busco ayuda en los antiguos enemigos de su propio Cártel, los Zetas. Aun así, el apoyo del Cártel de Sinaloa al CJNG, fue demasiado y La Resistencia quedó superada. El Molca, cuando fue detenido en 2012, afirmó que el Cártel de Sinaloa y CJNG, hermanados en ese momento, pelearían la próxima guerra del narcotráfico y arrastrarían a los estados vecinos de Michoacán y Zacatecas a ella. 12 años después (a día de hoy), las predicciones de El Molca se han cumplido, y ambos grupos luchan en una guerra sin fin que está tiñendo de sangre y violencia esta región de México.

Aunque El Mencho supo imponerse en la mayoría de rutas del narcotráfico que utilizaba el Cártel del Milenio, no estaba satisfecho y ansiaba la expansión del CJNG. En este afán expansionista, el CJNG consiguió el control sobre varios puertos como el de Manzanillo (Colima), o sobre estados centrales como Guanajuato donde abundan las industrias pesadas y los oleoductos, como la refinería de Salamanca, permitiendo al CJNG el lucrativo negocio de robo de petróleo o “huachicoleo”. Esta conquista llevó a El Mencho a crear dos brazos armados del CJNG: el Grupo Delta que opera en Jalisco y Michoacán (cerca de casa) y el Grupo Élite, que opera en Guanajuato y alrededores. Posteriormente, una segunda ola de expansión, llevó al CJNG junto al Cártel de Sinaloa a la conquista del estado de Veracruz, con la intención de acabar con los Zetas, sus antiguos enemigos. En 2011, 35 supuestos miembros de los Zetas fueron encontrados muertos bajo un puente de la capital de Veracruz. En las siguientes semanas, otros 32 asesinatos bañaron de sangre esta ciudad. De esta forma, el CJNG, consiguió detener las rutas de narcotráfico de los Zetas, a la vez que establecía un control tanto sobre la costa del Pacifico, como sobre el centro de México. Para 2012, el CJNG, ya ostentaba un gran poder, y así los demostró tras el arresto de uno de los patriarcas de la familia Valencia (Erick Valencia Salazar), con el incendio de decenas de vehículos (especialmente autobuses públicos) en la capital de Jalisco. Además, esta detención no hizo más que confirmar a El Mencho como el único líder dentro del CJNG. De nuevo, la participación de El Mencho en el operativo policial fue puesta en duda, y las especulaciones sobre que era un topo se expandieron. Sea como fuere, Erick Valencia se creyó las especulaciones, y tras su excarcelación en 2018, ayudó a crear un grupo que rivalizará con el CJNG.

Para 2012-2013, el CJNG ya ostentaba un poder considerable, y comenzó una progresivo reconquista de su hogar, Michoacán. En ese momento, el poder en ese estado era ejercido por los Caballeros Templarios, que se había convertido en un grupo criminal poderoso con la producción de metanfetamina. Sin embargo, la tarea de reconquista no resultaría sencilla, ya que los Caballeros Templarios presentaban un gran control sobre el aparato político del estado. La situación era tal, que en 2014, el gobernador del estado tuvo que dimitir después de que se realizará una foto de su hijo con líderes de los Caballeros Templarios. Ese mismo año, el secretario de gobierno fue encarcelado por vínculos con el grupo. Al mismo tiempo, esta banda criminal aterrorizaba a la población de Michoacán con palizas, robos y extorsiones. La población respondió, y grupos de defensa comunitaria surgieron (conocidos como autodefensas). El CJNG, aprovechó la oportunidad y resultó ser un poderoso aliado para estos grupos, ya que la familia Valencia era recordada por los servicios ofrecidos a la comunidad en sus inicios. Esto provocó que los grupos de autodefensa fueran tildados de bandas criminales, y parte de razón tenían, ya que uno de estos grupos se fundó de la mano de “El Abuelo” que resultó ser un narcotraficante veterano. Esta batalla encarnizada entre el CJNG y los Templarios, no hizo más que acentuar la extrema violencia que sufría el estado. Los cuerpos colgados y las decapitaciones se volvieron algo común en las calles y pueblos de Michoacán. Para 2015, tras el asesinato de uno de sus líderes, los Caballeros Templarios se vieron debilitados, situación que se agravó aún mas con el arresto de otro mandatario. Para ese momento, el CJNG ya era uno de los cárteles más peligrosos y poderosos de México. Cuando regresaron establecieron la misma hegemonía violenta que los Caballeros Templarios y los grupos de autodefensa se convirtieron en sus acérrimos enemigos. El CJNG había vuelto a casa, pero fue un regreso amargo para los habitantes de Michoacán.

Artículo basado en: