Alemania, el analfabeto digital de Europa

Artículo basado en el libro: "Kaput: El fin del milagro Alemán" de Wolfgang Münchau.

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A lo largo de la historia reciente, Alemania ha sido un país con una industria de vanguardia y uno de los más innovadores del mundo. Una potencia económica que ha liderado el progreso dentro de la Unión Europea y un referente mundial en sectores de vital importancia como el automovilístico y el químico. Sin embargo, en los últimos años se puede apreciar como el milagro alemán está dejando de serlo, ya que en la actualidad, Alemania es uno de los países más rezagados en diversas áreas de tecnología. ¿Cómo ha podido ocurrir semejante debacle? En este artículo trataremos de responder a esta pregunta y a algunas otras.

Para empezar, debemos tener en cuenta que la Segunda Guerra Mundial supuso una ruptura decisiva en la capacidad científica y técnica de Alemania. Muchos de los mejores científicos (como Einstein) tuvieron que abandonar el país, otros fueron reclutados por la maquinaria bélica nazi y algunos, como el matemático Hausdorff, se suicidaron. El único conocimiento que permaneció intacto tras la guerra fue la ingeniería. Sin embargo, la ingeniería se basaba en la ciencia que los alemanes aún conocían: la mecánica clásica y la química. En 1947, en EE.UU. se inventó el transistor, para 1959 ya se había creado el circuito integrado y en 1967 apareció la primera calculadora de sobremesa. Este tipo de avances permitió al país norteamericano convertirse en el líder del mundo digital, mientras que Alemania se alejaba cada vez más de este tipo de desarrollo técnico. No obstante, Alemania tuvo éxito durante los años del milagro económico en las décadas de 1950 y 1960, y después, de nuevo, durante el período que va desde 2005 hasta 2017. ¿Cómo pueden conciliarse estas dos historias?

Angela Merkel es doctora en física, pero no en la rama de la física relevante para el mundo digital. Alemania puede que sea uno de los países de occidente con más desvinculación de todo lo digital, y esta alienación penetra en todos los ámbitos de la sociedad. No es que los alemanes sean tecnófobos, tienen una buena parte de empresas digitales, el problema es que estas empresas no se encuentran donde está el dinero. Por ejemplo, Manfred Spitzer, un reputado neurocientífico que frecuenta los programas de entrevistas alemanes, ha escrito una serie de libros en los que defiende que las escuelas alemanas no deberían emplear ningún tipo de contenido digital. Sus afirmaciones se basan en que la digitalización está dañando la salud de los jóvenes, y ha comparado el uso de los contenidos digitales con el consumo de drogas o alcohol. Aunque en parte tenga razón y personas en EE.UU. o Reino Unido compartan sus opinión, ninguno ha recibido el mismo tiempo en antena que Spitzer en Alemania. Sus libros han vendido cientos de miles de ejemplares, transmitiendo su rechazo cultural de todo lo digital a cientos de miles de alemanes. Además, Spitzer no está solo y la Asociación Alemana de Profesores también advirtió en contra de lo que denominó “digitalización forzosa”. Mientras tanto, las escuelas de otros países han encontrado formas de utilizar las tecnologías digitales en su beneficio. Esto quedó patente durante la pandemia de 2020, cuando a la mayoría de los niños alemanes no se les había enseñado el aprendizaje digital, y un gran número de escuelas alemanas no habían implementado una infraestructura digital a distancia. En 2019, el Gobierno alemán y el Gobierno de los estados federales decidieron invertir 5.500 millones de euros en ordenadores para las escuelas. Pero, para conseguir el dinero, las escuelas tuvieron que pasar por un complicado procedimiento que acabó frustrando el proyecto. El problema residía en que muchas escuelas no disponían de conexión a Internet, y la mayor parte del dinero se gastó en cablearlas y conectarlas, y eso que estamos hablando de 2019-2020.

A nivel mundial, Alemania va a la zaga en digitalización, en general, y en las escuelas, en particular. Se encuentra en el tercio inferior en la tabla clasificatoria de la OCDE. En 2020, solo un 33% de los alumnos alemanes tenían acceso a una plataforma de aprendizaje digital, mientras que la media de la OCDE era del 54%. Estas cifras no cuentan toda la historia, ya que el acceso a dispositivos digitales no significa que se utilicen de forma eficiente. Por ejemplo, las pizarras inteligentes que se utilizan en las escuelas alemanas, son empleadas por los profesores exclusivamente como pizarras. De hecho, los profesores alemanes (como grupo profesional) se encuentran entre los primeros en advertir de las consecuencias negativas de la digitalización. Aunque las tecnologías digitales pueden acarrear ciertos peligros entre los niños y adolescentes, en Alemania solo se habla de estos peligros, y en ningún caso de las oportunidades. Esta tendencia antitecnológica también es evidente en las universidades alemanas. Hace 30 años, Alemania tenía muchos más alumnos matriculados en carreras de ingeniería, de ciencias o de matemáticas (conocidas como STEM) que en Reino Unido. Hoy en día, la tendencia se ha invertido, y para un país que depende tanto de la industria, esta tendencia es alarmante. Las escuelas alemanas solían estar entre las mejores de Europa en el informe PISA, en especial en matemáticas y ciencias; pero en la actualidad, el último estudio PISA sitúa a Alemania en un pobre 25º lugar, por detrás de 13 países de la Unión Europea y Reino Unido.

Alemania era amiga de la tecnología en los años setenta, pero el Gobierno no previó el imparable ascenso de Internet. La gran intrusión llegó de la mano del nuevo canciller elegido en 1982, Helmut Kohl. Kohl favoreció la tecnología analógica de televisión por cable para sus sueños de televisión de alta definición. Incluso en los años 90, en los inicios de Internet, el Gobierno alemán siguió apostando por los cables de cobre mucho más lentos que la fibra óptica a la hora de transportar grandes volúmenes de datos a largas distancias. En 2021, 7 de cada 10 hogares alemanes seguían conectados a través de cables de cobre, que ofrecen conexiones a Internet irritantemente lentas. En 2009, Angela Merkel prometió conexiones de alta velocidad para millones de alemanes, concretamente para el 75% de la población para el año 2014. En 2020 sólo el 51% de los hogares podía alcanzar velocidades de Internet de 50 MB/s, que Merkel fijó como definición de alta velocidad. Este ya no es un valor de referencia ya que los consumidores pueden acceder a velocidades de 500-1000 MB/s. Alemania sigue a la zaga. Los últimos datos sugieren que la fibra óptica solo representa el 10% de todas las conexiones a Internet del país, mientras que la media de la OCDE es de 35,5%. Francia tiene un 51,4% y España un asombroso 81,2%. Tras las elecciones de 2021 los nuevos socios de la coalición acordaron invertir en infraestructuras digitales. Aunque el ministro que dirigía los planes, fijó el objetivo de cobertura de fibra óptica en un ambicioso 50%, la coalición dio prioridad a otras áreas políticas: aumento del gasto en defensa (muy útil), transición a la energía verde y la introducción de una renta básica ciudadana. Además, se avecinan una serie de recortes para este año (2025) que permitan cumplir los objetivos fiscales, y se espera que el mayor ahorro de todos sea de nuevo en infraestructura digital.

Si hay algo peor en Alemania que cobertura de fibra óptica, son las redes de telefonía móvil. El exministro de Economía llegó a decir a su oficina que no desviaran ninguna llamada telefónica a su coche porque le avergonzaba las persistentes lagunas de cobertura telefónica. Cuando Alemania subastó las licencias de telefonía móvil en el año 2000, la prioridad no era conseguir una cobertura total, sino maximizar los ingresos. Los políticos argumentaron que no había necesidad de conectar cada pueblo remoto. Sin embargo, este comentario denota una falta de comprensión de la naturaleza de la infraestructura digital de nuestro siglo. Si no se puede llevar el cable de fibra óptica a una localidad remota, es imprescindible conectarlo de forma inalámbrica. Una red de telefonía que solo funcione en las ciudades es inútil en una economía descentralizada. La falta de inversión pública y privada suelen ir de la mano, y esto queda reflejado en como Deutsche Telekom, la principal empresa de telecomunicaciones del país, redujó su inversión en infraestructura de red en un 2% cada año desde 2004 hasta 2014. Este déficit en inversión tiene unos efectos marcados, como atestigua el caso de una empresa de 16 empleados que había intentado alquilar unas oficinas en Berlín, pero la puesta en marcha del proyecto tuvo que retrasarse 6 semanas debido a la falta de Internet. Existen muchas historias como esta en Alemania, y todas son consecuencia de una falta de inversión crónica. De hecho, una de las razones de que el país teutón no se encuentre en la vanguardia de producción de coches eléctricos reside en su incapacidad para probar sus aplicaciones de conectividad (como la navegación 3D en las calles) debido a la falta de señal móvil. Es más, varias empresas y hogares particulares se han unido para financiar sus propias conexiones de fibra óptica.

¿Por qué Alemania parece estar tan atrasada en este aspecto? Aparte del analfabetismo digital, también existe un gran problema en torno a la coordinación entre el Gobierno federal y los Länder, los 16 estados federados. No existe una división clara de competencias, sino que hay muchas áreas en las que se solapan e intervienen ambas partes. Este solapamiento dificulta enormemente el despliegue de la infraestructura digital. La digitalización figura desde hace tiempo en la lista de ambiciones gubernamentales, pero nunca ha sido una prioridad. Por ejemplo, en 2018, el Gobierno federal prometió que Alemania se convertiría en el líder mundial de la inteligencia artificial (IA). Esto obviamente no ha sucedido, pero lo peor es que ni siquiera se ha intentado hacerlo realidad. Por otro lado, mientras que Alemania y el resto de Europa se están esforzando por desplegar su infraestructura de comunicación móvil 5G, China ya está planificando el despliegue de la transmisión 6G a partir de este año (2025).

¿En qué momento repercutirá este retraso en tecnología digital en los resultados macroeconómicos? Puede que este ya sea uno de los factores causantes de los decepcionantes resultados económicos de la UE. ¿Cuánto tiempo puede seguir funcionando una economía moderna con una infraestructura digital tan decrépita? La gente y la industria seguirá necesitando herramientas mecánicas de precisión, y Alemania es la mejor fabricándolas, pero incluso en los ámbitos en los que esto es necesario, como la robótica, el valor añadido procede de las tecnologías digitales. Esto significa en términos económicos que el nicho de negocio alemán se está volviendo cada vez más nicho. Solo el futuro demostrará los evidentes efectos negativos que este retraso digital generará en el país germano.

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