Algunos argumentos pro-muerte
Artículo basado en el libro: "Eso no estaba en mi libro de historia de la filosofía" de Santiago Navajas.
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Imagina que has sido secuestrado por una sociedad de amantes de la música. No quieren solicitar un rescate, no les interesa el dinero, lo que quieren es conectar su sistema circulatorio al del mejor violinista del planeta. El violinista, adorado por esta sociedad, tiene ambos riñones dañados y ya no filtran la sangre de forma correcta. Por ello, su intención es que tú seas el encargado de filtrar su sangre para que pueda dar un último concierto junto a los mejores músicos del planeta dentro de 9 meses. De esta forma, durante 9 meses tu sistema circulatorio y el del violinista permanecen conectados, en caso de que se desconecten, el violinista morirá. ¿Qué haría usted? ¿Cree qué el derecho a la vida que tiene el violinista le obliga a usted a mantenerlo con vida durante 9 meses? No olvide que ha sido secuestrado, y este acto será llevado a cabo en contra de su voluntad.
Este experimento mental, fue propuesto por la filósofa Judith Jarvis Thomson, como argumento para apoyar el derecho al aborto de las mujeres. Aún suponiendo que los embriones o fetos tienen derecho a la vida, esto no implica que las mujeres tengan la obligación de usar su propio cuerpo para mantener con vida otro cuerpo. Este es uno de los argumentos relacionados con la cuestión del aborto, que analizaremos en el presente artículo.
Desde un punto de vista liberal, una de las ideologías socio-económicas más en boga en los últimos días, el derecho al aborto debería estar legalizado, ya que el estado no puede interferir en el control del propio cuerpo, ni en la regulación económica (o de cualquier tipo) de una empresa lícita, como una clínicas de salud reproductiva, o los centros de planificación familiar. Sin embargo, otra de las máximas expresadas por el sector liberal reside en la libertad de la vida, o principio de no agresión, lo cual haría más compleja esta cuestión. Si observamos las opiniones de algunos filósofos pertenecientes al bando liberal/libertario; podemos destacar dos: En primer lugar, encontramos a la filósofa objetivista Ayn Rand, que defiende el derecho al aborto, en cuanto a que los derechos de una persona viva tiene prioridad respecto a una persona potencial, ya que lo potencial no es equiparable a lo real. En segundo lugar, podemos encontrar un argumento más extremista del filósofo y economista liberal Murray Rothbard, que afirma que el feto se podría calificar como un parásito dentro del cuerpo de la mujer, ya que su vida depende completamente de ella. La tesis que defiende esa postura radica en el derecho absoluto de cada persona a la propiedad de sí misma, y aclara que no se trata de un asesinato, sino de la expulsión de un invasor no deseado


Uno de los principales temas del debate, se erige en torno a lo que se considera un individuo, y cuando el feto deja de ser un conjunto de células, para convertirse en una persona. En base a esto, el principal argumento anti-aborto, radica en que un conjunto de células humanas es una persona ya que presenta la potencialidad de serlo y una huella genética que lo hace único. Otros (pro-aborto pero con restricciones), defienden que el feto debe mostrar una forma cuasi-humana por lo que es necesario que se terminen de desarrollar todos los órganos (permitiendo el aborto hasta el tercer mes de embarazo). Mientras que un tercer grupo más extremista, consideran que el estatus de persona solo se alcanza con la aparición de la mente o con la viabilidad del feto fuera del cuerpo de la madre; llevando a eminentes filósofos como Peter Singer, a defender que el derecho al aborto debe prolongarse incluso más allá del nacimiento.
Otro de los ejes que vertebra esta discusión, es ver cuál de los dos derechos puestos en contraposición vence a su oponente; o el derecho a la vida del feto, o el derecho de libertad de la mujer de hacer con su cuerpo lo que le plazca. Efectivamente, los hombres y las mujeres son completamente libres de hacer lo que les venga en gana con sus órganos reproductores; ahora bien, sin afectar a los derechos de otras personas. No se puede legitimar la libertad sexual para ir violando a la gente a placer, pero la mujer, será libre de abortar siempre que se haya resuelto el dilema del huevo y la gallina, que de forma antropomorfizada podríamos denominar como el dilema del feto y la persona. Este problema es más complejo en los mamíferos, ya que se complica por la existencia del cordón umbilical, que hace discutir sobre si se trata de una única persona con un subapartado o de dos.
Más que el nacimiento, lo que nos hace ser nosotros mismos, y no una extensión de nuestra madre, es el proceso de cortar la vía que nos conecta con ella. Por eso, en la antigua cultura romana, era el corte del cordón y no el nacimiento lo que dotaba de personalidad al recién nacido. En la actualidad, el debate se cierne sobre un cordón metafórico y de una extensión (temporal) indefinida cuyo corte convertiría al feto en una persona. Esto se debe a que en la mayoría de países hasta los partidos políticos conservadores, que típicamente han sido antiabortistas estrictos, empieza a entrar en debates sobre cuando es legal practicar el aborto, abandonando su tradicional posición prohibicionista. Por lo tanto, parece que la clásica dicotomía abolición-legalización está renunciando poco a poco a su presencia en la palestra pública.
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