Alicia en el país de los parásitos
Artículo basado en el libro: "¿Qué sabemos de...? Parasitismo" de Juan José Soler.
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Si hablamos de parasitismo, a todo el mundo se le viene a la mente alguien que vive a costa de los demás. No obstante, si atendieron a las clases de biología del instituto, puede que recuerden que el parasitismo es una de las formas de asociación entre diferentes organismos vivos (como la simbiosis o el mutualismo), que implica una relación en la que el parásito sale beneficiado, mientras que el hospedador, sale perjudicado. También se puede definir como una estrategia de vida de un organismo, que implica la utilización obligada de recursos de otros seres vivos. Por estas razones, el parásito, tanto en el término coloquial como en el biológico, es considerado como algo negativo que es rechazado y denostado. Aún así, a continuación veremos cómo los parásitos han hecho al ser humano y otros animales, ser lo que son.
En primer lugar, debemos tener en cuenta, que el parasitismo es omnipresente en la mayoría de animales. Solo tienes que imaginarte a tu perro (si es que lo tienes, sino imagina a uno cualquiera), que si no ha recibido los cuidados adecuados, es probable que muestre algún tipo de ectoparásito (parásito que vive en la superficie externa) chupador de sangre como la pulga. Esa pulga, a su vez, es muy probable que contenga otros parásitos externos como los ácaros, o internos como los nemátodos. Estos parásitos de parásitos (término conocido como hiperparasitismo) también tendrán otros parásitos en su interior como algunas bacterias y hongos, que de nuevo podrán ser parasitados por algún virus. Una vez entendida la omnipresencia de los parásitos, pasemos a observar su importancia en la evolución.
Para un hospedador, los parásitos representan uno de los condicionantes evolutivos más constantes a lo largo de su vida. Todos los organismos se enfrentan a parásitos antes de su primera reproducción, que recordemos, es lo que busca la evolución, la reproducción y la preservación de los genes. Por lo tanto, los individuos que reduzcan la probabilidad de ser parasitados, o disminuyan los efectos negativos del parasitismo, dispondrán de mayores recursos para invertir en la reproducción, en comparación con el resto. En consecuencia, tendrán más progenie y sus genes se transmitirán a las siguientes generaciones. Estas defensas antiparasitarias, son respuestas evolutivas al parasitismo. Aun así, es complejo desarrollar este tipo de defensa, no hay que olvidar que un organismo se enfrenta a miles de parásitos diferentes. Si se invierten demasiados recursos en este tipo de defensas, puede que no queden recursos suficientes para evitar la depredación o buscar alimento, por ello es necesario un equilibrio óptimo. Además, en caso de tener una defensa antiparasitaria muy agresiva o poco específica con los parásitos a los que se enfrenta, partículas o organismos no perjudiciales, serán detectados como patógenos, desencadenando una respuesta innecesaria. Esto es lo que comúnmente se conoce como alergia, respuestas antiparasitarias más o menos exageradas, desencadenadas por el sistema inmune debido a un error de reconocimiento.


Pulga ectoparásito hematófago de diversas especies de mamíferos y aves
Teniendo en cuenta lo mencionado arriba, la selección natural escogerá a aquellos individuos que mejores defensas muestran frente al parasitismo. Pero sin que estas defensas sean exageradas, o consuman demasiados recursos que luego no podrán emplearse en otras actividades como la reproducción. Se eliminarán los individuos mal adaptados, originando cambios evolutivos que optimicen las respuestas antiparasitarias. Del mismo modo, los parásitos, mostraran cambios evolutivos que habrán sido la adaptación frente a las defensas de sus hospedadores, además la habilidades para superar estas defensas, evolucionan de forma más rápida que las propias defensas de los huéspedes. Esto se debe a que el ciclo de vida de los organismos parásitos suele ser mucho más reducido que el de sus hospedadores, lo que origina tasas evolutivas más elevadas, ya que una generación del huésped equivaldría a múltiples generaciones del parásito.
Un símil de este problema en el que los hospedadores deben evolucionar para desarrollar mejores defensas frente a los parásitos, mientras que éstos, deben evolucionar para evitar esas defensas, lo encontramos en el afamado libro de Lewis Carroll. En la segunda parte del libro de Alicia en el país de las maravillas, nombrado como Alicia a través del espejo, se observa una extenuante carrera de Alicia con la Reina Roja, en la que Alicia, después del agotador esfuerzo, reprocha a la Reina no haberse movido del sitio. A esto la Reina replica: “en este lugar hace falta correr tanto como uno pueda para permanecer en el mismo sitio". De hecho, Leigh Van Valen (biólogo evolutivo estadounidense) propuso la hipótesis de la Reina Roja para explicar que la tasa de extinción de grupos de organismos (familias) se ha mantenido más o menos constante a lo largo de la historia evolutiva. Cada especie tiene que correr (evolucionar) tan rápido como le sea posible sólo para permanecer en el mismo sitio (sobrevivir), ya que sus parásitos evolucionan continuamente. Por lo tanto, los parásitos no deberían tener esa perspectiva tan negativa, ya que representan uno de los principales impulsores de nuestra evolución; es decir, nos han hecho ser lo que somos.
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