¿Cómo de avanzada esta la neurociencia en la telepatía?
Artículo basado en el libro: "Cosas que nunca creerías: de la ciencia ficción a la neurociencia" de Rodrigo Quian Quiroga.
9/12/20247 min read


¿Quién no ha soñado alguna vez con poder leer la mente del resto?, ya sea por curiosidad, para poder hacer magia, para poder ligar o para poder influir en las personas; la mayoría de la gente siempre ha deseado tener la capacidad de observar los pensamientos de sus semejantes, y eso se ve reflejado en nuestra cultura. Desde personajes del cine como el Doctor Charles Xavier en “X-men” o Mel Gibson en “¿En qué piensan las mujeres?" hasta obras literarias como “Minority Report” de Philip K. Dick; la cultura moderna está impregnada de la habilidad telepática. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre esto?, ¿somos o seremos capaces de leer las mentes ajenas algún día? Trataré de responder a estas preguntas en este artículo, pero lo cierto es que a día de hoy, somos muy capaces de estudiar los pensamientos de otras personas. Veamos cómo.
En primer lugar, es necesario aclarar que este artículo está escrito desde una perspectiva materialista, y no una dualista. Es decir, trataré al ser humano como un ente que no posee nada más allá de lo material, y por lo tanto no posee alma, ya que lo que conocemos como mente no sería más que la consecución de millones de sinapsis químicas ocurridas e integradas en nuestros cerebros y sistemas nerviosos. Resumiendo, la mente no es más que la actividad de millones de neuronas. En base a esta premisa, si somos capaces de analizar el funcionamiento de estas neuronas, seremos capaces de analizar la mente de cualquier individuo, podremos determinar que está viendo, sintiendo o pensando. Obviamente esto no lo podríamos hacer como el doctor Charles Xavier simplemente mirando a la persona, sino que deberemos utilizar métodos muy sofisticados para medir e interpretar la actividad cerebral, pero aún así, ¿seremos capaces de leer la mente?
Hay que tener en cuenta que ninguna universidad prestigiosa o empresa tecnológica ha desarrollado con anterioridad proyectos para poder leer la mente sin un objetivo establecido. Las investigaciones se realizan para solventar problemas, mejorar procesos o algún otro objetivo definido, no por puro entretenimiento. Por ello, los primeros individuos que fueron objeto de estudio para poder leer su mente, eran personas con algún problema de salud, como es el caso de individuos con severos déficits motores que no pueden articular palabra, ni apenas mover su cuerpo para realizar gestos (como el difunto Stephen Hawking); pacientes con síndrome de enclaustramiento, que son conscientes pero no pueden realizar movimiento alguno ; o pacientes en estado vegetativo. En el caso del coma, el individuo está dormido o inconsciente, pero en el estado vegetativo, la persona puede estar despierta, el problema es que no responde voluntariamente a ningún comando que se le solicite. Este estado puede durar unos pocos días, pero puede alargarse durante años, en donde a pesar de respirar por sí mismos, requieren una alimentación asistida y demás cuidados. Imagínate el nivel de desesperación que puede sentir alguien que no es capaz de realizar ni un solo movimiento, y por lo tanto, no es capaz de comunicarse, mientras que es plenamente consciente de lo que sucede a su alrededor. Para facilitar la comunicación de estas personas es por lo que diversos grupos han investigado cómo leer la mente.


Para poder realizar tales hazañas, los investigadores se han valido de múltiples recursos, pero uno de los más empleados es la resonancia magnética funcional, que permite mediar la actividad cerebral ya que determina el nivel de irrigación sanguínea de cada zona del cerebro. Es decir, cuando nuestro cerebro está en funcionamiento, por ejemplo para realizar un movimiento, la región cerebral encargada de las tareas motoras se activa y por lo tanto requiere una mayor energía y un mayor aporte de oxígeno, lo cual se origina aumentando la irrigación sanguínea en esa zona; esto es lo que detecta la resonancia magnética funcional. El proceso que se comenzó a utilizar con pacientes en estado vegetativo, era relativamente sencillo. Si le solicitaban al paciente que pensará por ejemplo en jugar a tenis, aunque no lo estuviera haciendo, determinadas áreas motoras de la corteza cerebral, se veían activadas. Por el contrario, si se le solicitaba que se imaginara en su casa yendo de una habitación a otra, se veían activadas otras áreas de la corteza relacionadas con la navegación espacial. El método de comunicación ya estaba establecido, el paciente no podía comunicarse pero sí podría responder preguntas de sí o no; bastaba con indicarle que un determinado pensamiento significaba “sí” (jugar al tenis) mientras que otro pensamiento significaba “no” (moverse por su casa). Con este método se consiguió establecer una breve conversación con una paciente en estado vegetativo, breve debido a que el método requiere que la paciente esté un tiempo concentrando en el pensamiento, además que es necesario repetir la pregunta varias veces para validar las respuestas. Aun así, el primer paciente con el que se realizó este experimento, respondió correctamente a las preguntas personales planteadas por los investigadores, algo insólito en aquellas fechas. No obstante, no se trata de un logro tan exitoso como aparenta, ya que el procedimiento demostró ser efectivo sólo con un %20 de los pacientes testados.
Continuando con este tipo de estudios basados en la resonancia magnética funcional, un grupo de investigadores israelí, decidió realizar el siguiente experimento: se seleccionó a un grupo de individuos y se les mostró la afamada película “El bueno, el feo y el malo”, mientras se registraba su actividad cerebral. Analizando comparativamente los resultados, estos mostraron que en determinadas escenas, en todos los individuos investigados, se activaban las mismas regiones cerebrales. Concretamente, en aquellas escenas que se mostraban planos de cara se activaba una región conocida como giro fusiforme, en el caso de mostrar paisajes, se activaba una zona aledaña y en al observar la manipulación de objetos con las manos se activaba una tercera región. Esto era y es algo sorprendente, ya que permite determinar qué es lo que está viendo un sujeto, sin observar realmente lo que ve, simplemente midiendo su actividad cerebral. Para mejorar este método, los investigadores trataron de obtener imágenes a partir del patrón de activación de las zonas cerebrales. Si una imagen está compuesta de píxeles, las que se obtienen a partir de resonancia magnética funcional, están compuestas por “voxels”, donde cada voxel se expresa con una intensidad mayor o menor en función de la activación de una región del cerebro de un par de milímetros de lado. Para poder precisar la técnica otro grupo de investigadores, a principios del presente siglo, mostró diversos objetos a un grupo de individuos mientras registraban la activación cerebral. Aunque concluyeron que no se activaban zonas específicas para objetos como botellas y zapatos (se activaban las mismas áreas), si observaron un patrón diferencial de activación en estas mismas regiones para los diferentes objetos. De este modo, consiguieron determinar qué objetos estaba viendo un sujeto (dentro de una lista limitada de 120 objetos) mediante el análisis de estos patrones. Tratando de ir más allá otro grupo de investigadores de la universidad de California, sometió a un grupo de individuos al visionado de horas y horas de imágenes y videos, a la par que registraban la activación de los patrones de los voxeles e integraban la información en un modelo matemático. Posteriormente, utilizando este modelo, se les mostraron nuevos videos e imágenes a los sujetos, que previamente no habían visto y cuyas respuestas del patrón de activación, no estaban registradas en el modelo. De esta forma, el experimento se basó en tratar de descifrar lo que observaban las personas, y utilizando el modelo, reproducir lo que estaban viendo a cada instante. Literalmente leer su mente en directo. Como se observa en la siguiente imagen extraída del artículo, los resultados no fueron muy precisos, pero al mismo tiempo, resultan sorprendentes.


Aunque los resultados del artículo citado resultan impresionantes, todos estaremos de acuerdo en afirmar que eso dista mucho de lo que nos imaginamos por leer la mente; y es que las imágenes de resonancia magnética, muestran una definición muy deficiente (recordemos que cada voxel representa una región del cerebro de 1 milímetro cuadrado, donde se encuentran millones de neuronas). Sin embargo, existe un método mucho más invasivo, que nos permitiría determinar la activación de las neuronas, de un modo mucho más preciso, se trata de la implantación de electrodos en el cerebro.
Más allá de gurús de la tecnología como Elon Musk y sus afanes por implantar electrodos en los cerebros de las personas, este proceso requiere de una cirugía que atañe cierto peligro, por lo que su uso para experimentos neurocientíficos está muy limitado. Por ello, hace unos años, una serie de científicos decidió aplicar el método en monos. Primero, realizaron una resonancia magnética para determinar cuáles eran las regiones cerebrales que mostraban activación ante el estímulo de observar caras. En estas regiones, denominadas como "face patches", es donde se implantaron los los electrodos que analizarían la actividad neuronal. Tras varios años de estudio, los investigadores consiguieron determinar la presencia de ciertas neuronas, que responden a ciertas características faciales como la anchura de los labios, el largo de la nariz o la separación de los ojos. Con estos sorprendentes hallazgos, se desarrolló un modelo capaz de representar una cara en función de la activación que mostraban unas cuantas neuronas (unas 200). Los resultados, son los que se observan en la siguiente imagen y son apabullantes.


Como se aprecia en la imagen, la semejanza entre las caras reales y las que predice el modelo es escalofriante. Aunque se trata de un estudio realizado en primates y no en humanos, y que esté exclusivamente basado en la observación de caras, a mi modo de entender, esto podría calificarse perfectamente como telepatía.
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