Cómo la familia creo y destruyó imperios

Artículo basado en el libro: "Ser Humano: Cómo la biología ha moldeado la historia universal" de Lewis Dartnell.

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Si te paras a pensar en la familia real más famosa de la historia, ¿cuál se te ocurre? Puede que la casa Borbón de Francia (ahora España), los Tudor de Inglaterra o la dinastía carolingia de la Edad Media, pero la familia real de mayor influencia y más famosa de la historia es otra, los Habsburgo. Esta familia permaneció en el poder más de 500 años, estableció un imperio por toda Europa (y el resto del mundo), y lo mejor de todo es que lo hizo sin apenas combatir con otras naciones. ¿Cómo lo hizo?, mediante las alianzas matrimoniales como bien recuerda un dicho del siglo XVII: “Hagan otros las guerras; tú, feliz Habsburgo, cásate”.

Desde unos humildes orígenes en el norte de Suiza (Suabia), la familia Habsburgo cambió su suerte al ocupar una posición privilegiada en el colegio de príncipes que elegían al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XV. Este imperio fue fundado en el año 800, cuando Carlomagno, rey de los francos, fue coronado para supuestamente dar continuidad al Imperio Romano. Aunque en teoría, el cargo de emperador se elegía por votación, como los que ostentaban el cargo tenían la influencia suficiente para que sus hijos fuesen los sucesores, en la práctica la corona imperial era hereditaria. Entre 1438 y 1740, todos los emperadores fueron Habsburgo. El encargado de este meteórico ascenso fue Maximiliano I, que adoptó una política basada en los matrimonios entre su familia y otras casas reales de Europa. En 1477 se casó con la heredera del ducado de Borgoña, adquiriendo territorios en Francia y Los Países Bajos (incluyendo Bélgica y Luxemburgo). Luego, en 1496 casó a su hijo con Juana (la Loca) hija de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (los Reyes Católicos), y que con la muerte de los herederos varones, obtuvo las dos coronas que hoy constituyen el país de España. Además, mediante esta coalición la familia Habsburgo también logró establecer su poder en el sur de Italia, Cerdeña y Sicilia, por no hablar de los inmensos territorios recién descubiertos del “Nuevo Mundo”. De hecho, más adelante, cuando Magallanes estaba dando la vuelta al mundo, reclamó las islas Filipinas para España, y le puso su nombre en honor a Felipe II, bisnieto de Maximiliano I. En 1526, Maximiliano concertó la boda de su nieto Carlos (padre de Felipe II) con Isabel de Portugal, terminando de conquistar con su influencia toda la península ibérica y lo que quedaba de Sudamérica y Centroamérica. El nieto menor de Maximiliano se casó con una princesa de la realeza húngara, que tras la caída del rey en la guerra con los otomanos, y al no dejar herederos, las coronas de Hungría, Bohemia y Croacia pasaron a la familia Habsburgo. Estos influyentes matrimonios explican perfectamente que esta familia dominase gran parte del Antiguo Continente (y el resto del mundo) durante los 400 años siguientes, convirtiendo a los Habsburgo en los verdaderos maestros del juego de tronos.

"El banquete de los monarcas" donde aparecen varios reyes del siglo XVI como Carlos I y Felipe II (Fuente: Wikimedia)

A mediados del siglo XVI, los Habsburgo, mediante una serie de matrimonios bien urdidos, consiguieron erigirse en una potencia no solo en Europa, sino también en los océanos Pacífico y Atlántico. Y aquel vasto imperio estaba gobernado por un solo hombre, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (y Carlos I de España), el primer gobernante de la historia que reino sobre un imperio en el que nunca se ponía el sol. No obstante, al igual que la familia construyó este imperio, fue la familia quién lo destruyó. El imperio se repartió entre el hijo de Carlos, Felipe II, quien recibió las tierras de los Habsburgo españoles (Incluídos los Países Bajos y las posesiones españolas por el mundo), y Fernando I, el hermano de Carlos, quien recibió los territorios de Austria y continuó como gobernante del Sacro Imperio Romano Germánico. Posteriormente, la potencia europea se convirtió en el Imperio Austrohúngaro, que tuvo un papel decisivo en la Primera Guerra Mundial (1914-1919), aunque con la derrota, se asestó un último golpe mortal a la familia, que perdió todos los territorios que le quedaban a la dinastía. Aun así, puede que los Habsburgo tengan la historia más famosa de cómo un familia moldeo todo un continente a base de matrimonios, pero ni de lejos es la la historia más famosa de cómo una familia fragmentó un continente, ese título es para la dinastía Carolingia.

En el siglo IX, cuando Carlomagno (gobernante del Imperio carolingio en los territorios de las actuales Francia, Países Bajos, norte de Italia, Austria y Alemania) murió, su hijo Luis I y sus tres nietos libraron una cruenta batalla por el dominio del imperio. Después de 3 años teñidos de sangre, en el 843, los hermanos acordaron repartirse el territorio en el tratado de Verdún. El reino de los francos occidentales pasó a constituir la base de la actual Francia, el reino de los francos orientales pasó a convertirse en el Sacro Imperio Romano Germánico (luego Alemania); y entre ambos, había reino intermedio que ascendía desde Italia hasta el mar del Norte (Países Bajos). De este modo, la división del imperio de Carlomagno quedó tan grabada en el mapa Europeo, que más de 1.000 años después, en la Primera Guerra Mundial, millones de jóvenes morirían combatiendo por una línea trazada en una disputa familiar.

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