¿De dónde coño salió Donald Trump?
Artículo basado en el libro: "Maleantes: historias reales de estafadores, asesinos, rebeldes e impostores" de Patrick Radden Keefe.
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Puede que pocos de vosotros hayáis oído hablar del programa de telerrealidad sueco estrenado en 1997 y denominado Expediente: Robinson, pero seguro que habéis visto alguna de sus variantes, ya que se cuenta por decenas alrededor de las cadenas televisivas del planeta. Este programa se basa en un grupo de personas que son confinadas en una isla, y deben sobrevivir a la vez que superan diversas pruebas y realizan votaciones para eliminarse unos a otros. Seguro que ahora te ha venido a la mente el nombre de la versión emitida en tu país, o de las versiones, la mezcla atracción repulsión que generan los ha hecho programas muy populares. Uno de los principales promotores de su éxito ha sido Mark Burnett, que tras oír hablar de semejante show en 1998, adquirió los derechos y creó su versión estadounidense para el año 2000, con el nombre de "Survivor". Tal vez desconozcas el nombre de Mark Burnett (en especial si no eres estadounidense) pero ha tenido una influencia en la política mundial mucho más grande que la mayoría de individuos que se dedican a ella; ¿el motivo?, es el responsable de catapultar a la fama a uno de los artífices y abanderados (y sus múltiples clones) del neoliberalismo conservador y nacionalista que prolifera en las ideologías de nuestra naciones. Donald Trump.
Aunque Trump fuera una celebridad desde los años 80, lo cierto es que para el año 2003, se había convertido en un personaje estrafalario que suscitaba poco interés. Una caricatura de sí mismo, que había caído varias veces en bancarrota, y que solo podía rascar unos minutos de fama en programas de cotilleo. Sin embargo, Marck Burnett lo lanzaría al estrellato y le proporcionaría la fama y visibilidad necesaria para alcanzar la presidencia de EE.UU. en el año 2016. Burnett cosechó unos enormes índices de audiencia en su primera temporada con Survivor, y para el estreno en directo de la final de la cuarta temporada, alquiló el Wollman Rink, la pista de patinaje sobre hielo situada en Central Park, y de cuya concesión era propietario nuestro protagonista, Donald Trump. Antes de dar comienzo a la retransmisión, en los minutos de presentación Mark dijo: Sean todos bienvenidos a la pista de patinaje Wollman de Trump. La pista de patinaje Wollman de Trump es una excelente instalación, construída por el señor Trump. Gracias, señor Trump. Porque la pista de patinaje Wollman de Trump es el lugar en el que nos encontramos esta noche y nos sentimos entusiasmados de estar en la pista de patinaje Wollman de Trump, señor Trump, Trump, Trump, Trump, Trump. Las intenciones de lamer culo eran notorias, pero Trump supo ver a un genio del marketing, que podría ayudarle a recuperar su añorada fama.
El libro preferido de Burnett era el señor de las moscas y cuando viajaba en avión se preguntaba qué futuro correría él en una sociedad fundada en una isla tras un accidente aéreo. Por estas razones desarrollar Survivor no fue una desafío para Marck, más bien una apasionante tarea. Aunque el éxito alcanzó al programa pronto, fue un idóneo laboratorio de ensayo para Burnett, y allí se dio cuenta de que el casting lo era todo. Siempre buscaba a gente con una temperamento único, alguien que destacase entre la multitud. Como personalidad inquieta, Mark no se estancó en la fama que había recibido de Survivor, sino que tras ver una serie documental de la BBC sobre el loco mundo empresarial, tuvo una idea para su nuevo programa de éxito. Un Survivor en la ciudad, concursantes compitiendo por un puesto en una prestigiosa empresa, la jungla urbana. El nombre del programa: The Apprentice. Para su realización necesitaba alguien que interpretase al gran magnate de la empresa, alguien carismático, con gancho. Me parece que todos sabéis a quién escogió para ese papel; efectivamente, a Donald Trump.


The Apprentice, se basa en que los concursantes debían realizar una serie de desafíos empresariales, y al final de cada semana, Trump decidía quien era el peor competidor que debía ser despedido. Este último detalle causaba grandes complicaciones a los editores, ya que en muchas ocasiones Trump decidía por capricho, y los realizadores debían buscar entre cientos de horas de metraje, para que el programa se adecuará a sus decisiones absurdas; haciendo una especie de ingeniería inversa que le restaba todo el supuesto realismo a este programa de telerrealidad. A pesar de ello, en The Apprentice, Trump era tratado como un tiburón con unos instintos implacables para los negocios, un titán que solo se trasladaba en helicópteros y limusinas. El propio Mark, confesó que aunque sabían que era un farsante, hicieron que pareciera la persona más importante del mundo. Este trato, lógicamente, provocó la maximización de los beneficios de las empresas de Trump. Por ejemplo, se alquilaba una de los pisos de la torre Trump para el rodaje. O en otra ocasión en la que un productor del programa, recordó haber oído decir a Trump tras la noticia de un contrato publicitario de 3 millones de dólares con Pepsi: “Perfecto, acabo de ganar un millón y medio de dólares”. Aun así, ni siquiera muchos de los participantes en el programa creían en la figura que se proyectaba de Trump. Debido a lo insólito del formato y su perspectiva empresarial, muchas personas con muy distinguidas formaciones (como MBAs en prestigiosas universidades como Harvard) acudieron al programa con una intención de promocionarse profesionalmente. Y un número igual de cuantioso consideraba a Trump un incompetente, y al programa como algo ligeramente superior a una broma. Sin embargo, la gente empezó a tomarse en serio el programa y la figura que éste esbozaba de Trump. El magnate fue muy consciente del éxito instantáneo del programa, lo cual quedó reflejado en una entrevista a Esquire tras el estreno: “Ahora le gusto a la gente, mientras que antes me veían como una especie de ogro”. “La gente me comenzó a abrazar por la calle”, “De repente se acabaron las burlas. Ahora soy como un héroe” declaró en otras entrevistas el multimillonario. La metamorfosis de grotesca larva a bella mariposa se estaba completando.
Mark y Trump eran uña y carne, tenían una relación muy estrecha, y el primero llegó a declarar sobre Trump en una ocasión: “Donald es mi alma gemela”. Como era de esperar, esto afectó al programa y la influencia de Trump en el show no hizo más que incrementar. Despidió a aquellos que le disputaban su protagonismo y contrató a tres de sus hijos para que participaran en el programa, su poder de decisión era semejante al del productor. Aunque la idea original fuera que cada temporada tuviera un magnate diferente, la bestia había sido desatada, ya era incontrolable y el público lo amaba. Trump rodó 14 temporadas para The Apprentice. Sin embargo, tras anunciar su candidatura presidencial, el idílico romance finalizó. Trump y Brunett, habían ganado cientos de millones juntos con todas las temporadas de The Apprentice, pero tras abandonar Trump el programa, los índices de audiencia se desplomaron. De hecho, se trató de reinventar el programa con la muy trillada idea de poner famosos de tercera a concursar. El programa pasó a llamarse The Apprentice: Celebrity Edition, y para sorpresa de nadie, fue un rotundo fracaso.
Aunque la relación entre Marck y Donald fue muy estrecha durante las 14 temporadas de rodaje, el salto a la política del segundo, resquebrajó dicha relación. Trump seguía manteniendo el contacto con Burnett y solicitando su consejo como genio del marketing. Concretamente, su primera aparición tras ser elegido presidente, fue orquestada por Mark, y se incluía una entrada con un descenso triunfal por unas escaleras doradas de la torre Trump, al igual que se hacía en el programa The Apprentice. No obstante, por parte de Mark la relación no era igual. Debido a las múltiples declaraciones y audios privados con frases machistas y racistas que se habían publicado sobre Trump (esto es un hecho no una noticia), la cercanía del productor televisivo con el magnate de los negocios era muy cuestionada en Hollywood. Tal era el rechazo que la comunidad televisiva mostraba respecto a Burnett, que en reiteradas ocasiones, tuvo que declarar no ser pro-Trump, y afirmar que realizaba donaciones al partido demócrata. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, había catapultado a la fama a un misógino y racista cuyo pilar de campaña electoral era la construcción de un ridículo muro entre dos naciones. Los efectos de haber vuelto atractivo un pedazo de mierda cubriéndolo con purpurina no tardarían en manifestarse.


Varias semanas antes de las elecciones que encumbraron a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, Mark Burnett acudió a la gala de los Emy, ya que sus producciones Shark Tank y The Voice habían sido nominadas (no eran más que versiones de un programa japonés y otro holandés respectivamente, nuestro productor no era tan creativo). Durante el monólogo inaugural del maestro de ceremonias y afamado entrevistador Jimmy Kimmel, Mark se convirtió en el foco de la atención. “La televisión une a la gente, pero la televisión también puede separarnos. Me refiero a que, de no ser por la televisión, ¿sería Donald Trump candidato a la presidencia?” comentó el presentador televisivo. Esto suscitó risas entre el respetable. “Muchos se han preguntado: ¿Quién es el culpable de Donald Trump? Yo les diré quién es, porque está sentado justamente ahí. Aquel tipo”. En ese momento Kimmel señaló a Burnett, cuya expresión exhibió una mueca incómoda. “Gracias Mark Burnett, ya no tenemos que ver programas de telerrealidad, porque estamos viviendo uno de ellos. Quiero que conste en acta: él es el responsable. Si Donald Trump resulta elegido y construye ese muro, la primera persona a la que arrojaremos al otro lado es Mark Burnett. La tribu ha hablado” Concluyó su monólogo Kimmel con la famosa frase del primer programa de Burnett.
Trump y Burnett han concedido los derechos del formato de su programa televisivo a decenas de otros países, y los magnates seleccionados para interpretar el papel de Trump, son cada vez más personajes con aspiraciones políticas. Al menos media docena han ejercido cargos políticos como es el caso de Joao Doria, gobernador electo de Sao Paulo y un fuerte aliado del expresidente brasileño Jair Bolsonaro. En estos sucesos es donde radica la peligrosidad de los tipos como Mark Burnett, ya que no ha creado un solo personaje mediático que ha penetrado en las esferas políticas, sino que ha creado un molde, un arquetipo de magnate de los negocios que a pesar de ser económicamente neoliberal, muestra una fuerte tendencia hacia valores conservadores y machistas, además de una ideología anti-establishment basada en el nacionalismo y marcadamente racista. Los políticos que cumplen este arquetipo, se multiplica por decenas a lo largo de Europa y América Latina, como muestran las elecciones ganadas por Jair Bolsonaro en Brasil o Javier Milei en Argentina; y su sombra amenaza un viraje de la ideología política mundial, hacia posturas misóginas y xenófobas más propias de siglos pasados que de la actualidad. Pero las características de esta nueva casta política, son cosa de otro artículo, y por lo tanto, de otro libro.
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