El corazón mineral del dragón: Xinjiang y la geopolítica del litio

Artículo basado en el libro: "La Guerra de las Baterías: La batalla geopolítica por el control de las minas de litio y el dominio de la nueva revolución energética" de Lukasz Bednarski.

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Para cualquiera con un mínimo interés en geopolítica, es una obviedad que China está liderando la transición energética en la que se hallan inmersas nuestras sociedades. En la última década, China ha construido más molinos de viento e instalado más paneles solares que el resto de países del mundo juntos. Son líderes tanto en la industria de los vehículos eléctricos (consultar artículo) como en el sector de las baterías; sin embargo, todo este despliegue de capacidades requiere unas bases materiales, y en el caso del sector de las baterías, estos materiales se pueden resumir en uno: el litio.

Debido a la tendencia marcada a la electrificación del transporte y la industria, las baterías se han convertido en un elemento clave de este proceso. Aunque existan multitud de tipos de batería, como LCO (óxido de litio y cobalto), LFP (litio-hierro-fosfato), NMC (níquel-manganeso-cobalto), NCA (níquel-cobalto-aluminio), todas ellas contienen litio, incluidas las que no lo llevan en su nombre. El litio supone en torno al 10% del material del cátodo en las composiciones químicas de todas las baterías. Para su obtención, aunque China en la actualidad está explotando los recursos mineros de otras naciones, en las primeras fases del desarrollo del sector, el gigante asiático recurrió al inmenso interior del país para satisfacer las demandas de litio. Concretamente, a la región de Xinjiang, conocida internacionalmente por el asfixiante nivel de vigilancia del Estado y los centros de reeducación para uigures.

Xinjiang se sitúa en la parte noroeste de China, una provincia que limita con 3 de los “stans” (Kazajistán, Tayikistán y Kirguistán) y el Tíbet. Geográficamente la provincia cuenta con espacios abiertos, desiertos y pastizales, rodeados de cadenas montañosas. Aunque parezca un territorio hostil, no hay mejor definición de Xinjiang que la que dio un secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) en 1954: “En Xinjiang, no hay apenas nada por encima del suelo, muchas zonas son meros eriales, pero por debajo hay una cantidad infinita de tesoros”. Xinjiang tiene grandes reservas de petróleo, metales preciosos y, en menor medida, metales no férricos como el litio. En mandarín, Xinjiang significa “nueva frontera” un nombre muy apropiado teniendo en cuenta que no fue anexionada a China hasta finales del siglo XIX. Al principio, nadie conocía los tesoros enterrados en la provincia, y su importancia residía en ser el nexo de las grandes potencias activas de Eurasia: China, Persia, Rusia y Europa. Al estar alejada de la capital (Pekín), era una región difícil de controlar y susceptible a influencias extranjeras, especialmente la rusa. Además, en esa época, China estaba a punto de introducirse en un periodo de agitación que empezó con el derrocamiento del último emperador Qing, y siguió con la guerra civil, la guerra sino-japonesa y, por último, la instauración de la República Popular China en 1949. Debido a esta tesitura, los gobernadores de Xinjiang tuvieron que mantener un complejo equilibrio entre la Unión Soviética, el PCCh, el Kuomintang y las ambiciones políticas de la población musulmana local, que en su momento logró instaurar una efímera República del Turquestán Oriental.

Mapa de China con la región de Xinjiang y sus conflictos fronterizos (Fuente: Enciclopedia Británica)

La provincia de Xinjiang siempre ha sido un territorio muy pobre, y los aportes económicos que les ofrecía Pekín han sido desiguales y, durante mucho tiempo, inexistentes. Por ello, para evitar que la población local muriera de hambre, los políticos de Xinjiang estaban dispuestos a asociarse con cualquiera que quisiera comprar sus productos. Primero, pieles y lana; luego, recursos naturales. Debido a su proximidad, la Unión Soviética pasó a ser su mayor socio comercial. Lógicamente, esta asociación preocupaba a Pekín, hasta el punto de que, en 1938, el hermano de Mao fue nombrado canciller de Xinjiang. Sin embargo, los soviéticos aportaban lo que Pekín no podía permitirse ofrecer: capital, experiencia en ingeniería para desarrollar los recursos minerales y acceso a los mercados mundiales de materias primas. Xinjiang recibía prestamos monetarios de Moscú, y luego los devolvía en especie. Incluso el propio Stalin llegó a interesarse por la región y sus abundantes recursos. Con una boyante y creciente industria soviética, las relaciones se estrecharon y los niveles de extracción minera aumentaron considerablemente, sobre todo para alimentar los esfuerzos bélicos de la Segunda Guerra Mundial. Xinjiang proporcionaba a Stalin oro, petróleo, metales raros con importantes usos militares como el berilio, el tántalo, el molibdeno y el tungsteno. Xinjiang era un territorio perfecto ya que se encontraba alejado de las principales líneas enemigas, la alemana por el oeste y la japonesa por el este, con lo que los soviéticos continuaron enviando dinero, talento y, de paso, crearon la infraestructura que el Gobierno comunista chino desarrollaría después de la guerra. Xinjiang no solo obtenía dinero de su estrecha colaboración, los gobernantes de la provincia recibían el respaldo de los rusos y a menudo empleaban la fuerza bruta para mantener su influencia.

Al igual que ocurre en muchos países del mundo cuyas fronteras se han trazado de forma artificial, en Xinjiang abundaban y abundan los conflictos étnicos. De hecho, contiene dos regiones histórica y étnicamente distintas, separadas por las montañas Tian Shan. Zungaria (norte) está habitada por el pueblo zungar, budistas, mientras que en el sur se encuentra un pueblo túrquico y musulmán conocido como los uigures. Estos últimos vieron frustradas sus aspiraciones de independencia por el ejército soviético, en especial, debido a las purgas organizadas por el NKVD. Debido a ello, y como Rusia parecía estar perdiendo la guerra, los gobernantes de Xinjiang decidieron cambiar de alianza y unirse a Chiang Kaishek, anticomunista acérrimo y líder del Partido Nacionalista (Kuomintang) que consiguió una efímera unificación de China, antes de perder la guerra civil contra Mao y emigrar a Taiwán. En los edificios públicos de Xinjiang, los retratos de Stalin fueron cambiados por los de Chiang Kaishek, pero se mantuvo el funcionamiento de las inversiones soviéticas en el sector de los recursos naturales. Esto era necesario porque el Kuomintang no tenía ni dinero ni experiencia en el sector minero. Por desgracia, esta aparente paz no duró mucho, ya que las políticas de anexión de Xinjiang por parte de Chiang Kaishek no tuvieron buena acogida en la opinión del pueblo ruso, que empezaron a sentirse incómodos en una región cada vez más hostil. Los soviéticos empezaron a marcharse, y con ellos las máquinas de minería. Ante semejante varapalo económico, Chiang estaba perdiendo posición frente a los japoneses, por lo que los gobernantes de Xinjiang decidieron cambiar de bando otra vez, una veleta política en toda regla. Con este objetivo, comenzaron a arrestar a oficiales del Kuomintang en la provincia, pero como Chiang Kaishek seguía aguantando, la insolencia de los políticos de Xinjiang fue castigada y, en 1944, Chiang designó un nuevo líder en la provincia. Esto generó una gran agitación social en el pueblo de Xinjiang y como faltaba infraestructura para conectar la región con la China continental, los beneficios de la industria minera estaban en peligro. Esta debilidad fue aprovechada por los soviéticos que reanudaron las explotaciones de yacimientos cercanos a la frontera de forma ilegal. Para 1947, los soviéticos ya habían extraído 1.000 toneladas de mineral de litio, berilio y tungsteno, en unas operaciones extraterritoriales protegidas por el ejército.

Complejo minero en Xinjiang, China (Fuente: Wikipedia)

En 1949, los comunistas de Mao ganaron la guerra civil al Kuomintang de Chiang Kaishek, y se instauró la República Popular China. La actitud de los soviéticos se fue suavizando y, además, Mao sabía que no podría aprovechar la riqueza de Xinjiang sin ayuda soviética. En 1950, se crearon dos empresas mixtas para comercializar la riqueza de Xinjiang: La Compañía Sino-soviética de Petróleo y la Compañía Sino-soviética de Metales No Férricos y Raros. La segunda se centraba en la extracción de litio, berilio y tántalo (que se puede extraer del coltán). La participación de China era mínima ya que el capital, la experiencia y los recursos humanos procedían de los soviéticos, y la mayoría de los minerales extraídos se exportaban a la Unión Soviética en su forma bruta. Una de las minas de mayor productividad era la de Koktokay, que entre 1950 y 1954 envió más de 11.000 toneladas de berilio y 4.000 toneladas de litio a la Unión Soviética. Sin embargo, ese año se deterioraron las relaciones entre Mao y Nikita Jrushchov, lo que hizo que las compañías mixtas se volvieran enteramente chinas. Pero en realidad no cambió nada, los expertos rusos seguían trabajando en Xinjiang y los minerales seguían alimentando las fábricas soviéticas, a menudo en forma de pago de deudas. El Gran Salto Adelante de Mao, se basó en convertir una nación agraria y atrasada, en toda una potencia industrial, para lo cual eran indispensables las materias primas. Minas como las de Koktokay se convirtieron en pilares clave para la industrialización china y se llevaron a cabo muchos esfuerzos políticos para acercar a la población local de Xinjiang a Pekín. Un intento por acercar la población uigur al PCCh. En 1955, la provincia de Xinjiang pasó a llamarse Región Autónoma Uigur de Xinjiang, se inició la repatriación de los obreros y se instauró un aparato de seguridad de etnia han (el otro gran pueblo de Xinjiang) en la región.

Aunque China en los años 50 no le dio mucha utilidad al litio (no tenía una industria desarrollada), era un elemento fundamental para pagar los préstamos soviéticos. Con la intención de aumentar la producción, China convirtió la mina de Koktokay, hasta entonces compuesta por túneles subterráneos, en una explotación a cielo abierto. De esta forma se duplicaron las exportaciones de litio y berilio a la Unión Soviética. Cuando en los 60 el auge de la televisión llegó a la URSS y la industria electrónica crecía a pasos agigantados, la demanda de litio creció vertiginosamente. En 1958, se inauguró en Xinjiang la “Fábrica 115”, la primera factoría química de litio de China, donde se procesaba el mineral bruto (espodumena) en productos de valor añadido como óxidos y sales de litio, útiles para aplicaciones de alta tecnología y armamento nuclear. Gracias a esta boyante industria de litio, la provincia de Xinjiang empezó a conectarse a través de autopistas con la China continental y las redes ferroviarias que conectaban ambas regiones sentaron las bases de las futuras redes de transporte de materias primas en China. Al mismo tiempo, el caudal de préstamos de la URSS empezó a reducirse, y el cisma entre la URSS y China empezó a consolidarse. No solo mostraban diferentes interpretaciones de la doctrina marxista-leninista, sino que Mao empezó a ver con malos ojos como los soviéticos abandonaban el culto a la personalidad de Lenin y Stalin. En esos momentos, China estaba plenamente inmersa en el desarrollo de su arma nuclear, sobre todo desde 1955, tras la crisis del estrecho de Taiwán, cuando Estados Unidos garantizó por primera vez la defensa de la isla y del Kuomintang ante una invasión comunista, amenazando con emplear armas nucleares para lograr sus fines.

Mina de Koktokay (Xinjiang, China) uno de los pozo mineros más profundos del mundo (Fuente: BBC)

Las primeras instalaciones nucleares de China se construyeron en Lanzhou, justo donde termina el tren de Xinjiang, y en Baotou, otra región famosa por su abundancia de tierras raras. El litio es crucial para el plan nuclear de China. El litio-6 (un isótopo del litio) es la materia prima fundamental para poder crear el combustible de una bomba nuclear de fusión. Reaccionando con un neutrón, el litio-6 produce tritio, un material termonuclear clave para las bombas. Cuando el tritio se fusiona con deuterio (ambos isótopos de hidrógeno) libera una enorme cantidad de energía y genera la explosión nuclear. Esta necesidad de litio en el programa nuclear chino quedó en evidencia en 1963, cuando la producción prioritaria de Koktokay paso del berilio empleado en el pago de los préstamos soviéticos, al litio empleado en el programa nuclear.

Xinjiang muestra un valor fundamental para China no solo como fuente abundante de metales no férricos (berilio, litio, tántalo…) sino también como región con alta producción de petróleo. Por ello, el PCCh decidió aumentar el aparato de seguridad y el despliegue del personal militar en la región a lo largo de toda la década de 1960. Pekín seguía con miedo de que los soviéticos se anexionaran ese territorio. La cantidad de chinos de etnia han también ha crecido en Xinjiang, en paralelo a la expansión de poblaciones mineras. Este cambio de las proporciones de etnias en la población, junto con el aumento de la seguridad en la región, es uno de los catalizadores de las intensas tensiones entre chinos y uigures. Y aunque en esa época las aplicaciones del litio no se dirigían hacia las baterías, sino hacia la cerámica, el vidrio, el aluminio o el armamento nuclear, la influencia e importancia de este liviano elemento ha constituido la historia reciente de la provincia de Xinjiang.

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