El primer fraude médico de la modernidad, ¿con un palo?
Artículo basado en el libro: "Drogas fármacos y venenos" de David Sucunza.
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Uno de los medicamentos que tuvo mayor prestigio entre los facultativos europeos del siglo XVI fue el conocido como palo santo (Lignum vitae) que no era más que madera de guayaco (Guaiacum officinale). Esta fama, se debió en gran medida, a uno de los males que azotó Europa a finales del siglo XV y en los siglos posteriores; la sífilis.
La sífilis o el “mal de bubas” apareció en el 1495 en el sitio de Nápoles, donde se enfrentaron las tropas aragonesas y francesas. No tardó en propagarse por todo el continente, ya que los mercenarios que habían participado en la contienda, regresaron a sus casas portando la enfermedad. Sin embargo, este no es el origen real, ya que a día de hoy no se puede establecer con seguridad si surgió en el Nuevo o en el Viejo Mundo. Aun así, la hipótesis más aceptada es que el patógeno (la bacteria Treponema pallidum) fue transportado del Nuevo Mundo a Europa, en cuyo viaje sufrió una mutación permitiendo su trasmisión mediante relaciones sexuales. La sífilis azotó Europa de una forma atroz, se estima que entre un 5 y un 20% de población padeció la enfermedad en las primeras décadas del siglo XVI, por lo que atrajo la mirada de una gran cantidad de médicos de aquella época. Uno de los remedios utilizados al principio, fueron los ungüentos de mercurio, que habían sido empleados de forma previa con la lepra y otras afecciones cutáneas. A pesar de ello, ya se habían verificado efectos tóxicos por su uso excesivo, como la pérdida de dientes o la parálisis. Por lo tanto, la necesidad de un nuevo fármaco era apremiante, y éste, a pesar de no mostrar efecto alguno, apareció.
Gracias a la expedición de un cardenal de Maximiliano I por tierras españolas para analizar el empleo del palo santo como tratamiento frente a la sífilis, el humanista alemán Ulrich von Hutten escribió el exitoso libro “De guaiaci medicina et morbo Gallico” que llegaría a traducirse a 4 idiomas, lo que en aquella época representaba un superventas. En este libro, se relata el procedimiento con el que debía administrarse el palo santo a través de unas infusiones, pero teniendo en cuenta que este “remedio” no posee ningún principio activo que afecte a la bacteria que provoca la enfermedad, a día de hoy no parece un fármaco muy útil. Debido al éxito de aquel libro, otros similares fueron publicados, pero parece que sus autores no se percataron del destino de von Hutten, que murió de sífilis, la enfermedad que creía haber curado


Planta Guaiacum officinale y sus partes
Otro de los factores que ayudó a propagar este fenómeno, reside en el propio desarrollo de la enfermedad, que alterna periodos de latencia con periodos de actividad. Tras la infección aparecen una serie de úlceras en la piel cercana a la vía de infección (genitales, ano, boca…) que desaparece en unas semanas. Luego, tras un periodo de inactividad de unos meses, se manifiesta la fase secundaria que acarrea lesiones cutáneas que también terminan curando, y es en la fase terciaria cuando la sífilis ataca al sistema nervioso, provocando daños irreparables. Esta última fase, se desencadena tras un largo periodo de latencia que puede durar años. Por esa alternancia de aparición-desaparición de lesiones cutáneas, se podría haber supuesto que los tratamientos empleados eran eficaces.
Sin embargo, el factor que más favoreció el empleo del palo santo frente a la sífilis, fue la campaña de marketing promovida por la familia Fugger, una de las familias de banqueros más grandes de su tiempo, que se dedicaban a sectores tan dispares como las materias primas, la minería o las especias. Tal era su poder económico que financiaron el mandato de Maximiliano I y se aseguraron de que su hijo Carlos (I de España y V de Alemania), fuese nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, sobornando a los príncipes electores. Como compensación, Carlos ofreció a la familia Fugger (entre otras concesiones) el monopolio del comercio del guayaco, de donde se obtenía el palo santo. La familia, con la intención de rentabilizar su concesión, empezó a sobornar a diferentes médicos para que fomentaran el uso del falso medicamento. Algo muy criticable y denunciado por Paracelso, pero que hoy en día se sigue haciendo mediante sobornos a los trabajadores de la FDA, encargada de aprobar los medicamentos (como con el caso del OxyContin y la actual crisis de los opiáceos, pero eso lo dejaremos para otro artículo). Con estos estímulos, en pocas décadas se logró que la madera de Guayaco fuese una de las pocas mercancías que cargaban barcos enteros para transportarlos desde el Nuevo Mundo a Europa; barcos enteros cargados de una madera que no tenía ninguna utilidad más allá de ser madera, pero no era utilizada como tal. Incluso se llegaron a crear fraudes del fraude, como cuando la mercancía llegaba en virutas, que era mezclada con maderas más baratas para reducir costes. El ser humano es capaz de crear los negocios más estúpidos.
Lógicamente, al no presentar ninguna clase de efecto, esa nula eficacia fue saliendo a la luz con el tiempo, y empezaron a surgir voces que ponían en duda la supuesta panacea. Incluso los primeros defensores de sus beneficios, aquellos que escribieron libros sobre el milagroso palo, renegaron de él, hasta que a finales del siglo XVI, su uso prácticamente había desaparecido.
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