¿Existe un límite para el número de amigos?

Artículo basado en el libro: "El escritor que no sabía leer y otras historias de neurociencia" de José Ramón Alonso.

5/8/20246 min read

¿Cuántos amigos tienes en Facebook?, ¿Cuántos seguidores tienes en Instagram? ¿500?, ¿700?, ¿más de mil? Aunque no seas influencer y no te dedicas a la creación de contenido (negocio que depende directamente de la cantidad de seguidores) seguro que la cifra ronda alguna de las mencionadas, o es incluso superior. Pero, ¿consideras a cada uno de ellos como tus amigos?, lo más probable es que no; y es que existen estudios que demuestran que es neurológicamente imposible mantener una relación relativamente estrecha con tanta gente.

Con la intención de estudiar las relaciones sociales en grupos de primates (los humanos somos primates) el primatólogo británico Robin I.M. Dunbar, estudió los grupos sociales de diferentes comunidades de monos y simios. En este análisis rápidamente se percató de que los primates tendían a mantener contacto social con un número reducido de individuos dentro de su grupo. A los primates y monos nos gusta mantener un vínculo cercano con una parte del grupo, pero no con su totalidad. Dunbar realizó el estudio sobre 28 géneros de primates analizando las relaciones que mantenían en sus grupos sociales, y descubrió algo sorprendente. Los primates con cerebros más grandes tendían a tener mayor número de relaciones estrechas con los individuos de su grupo. Concretamente, se centró en el neocórtex, la superficie que recubre ambos hemisferios y representa la parte más evolucionada del cerebro. La conclusión que propuso Dunbar, se centró en que el número de relaciones sociales que un individuo establece, es directamente proporcional a su capacidad cerebral. Entre otras cosas debido a que la atención y comunicación que prestamos a nuestros vínculos, depende de nuestra capacidad de procesamiento neuronal. A continuación, realizó un gráfico con los valores obtenidos de esos 28 géneros de primates (en el eje de abscisas situó el tamaño del cerebro, y en el de ordenadas el número de vínculos estrechos) y tras introducir el tamaño del cerebro humano en la gráfica, extrapoló el dato sobre su cantidad de “amigos”, 148. Redondeando 150, y es a lo que se le denomina el número de Dunbar o el límite máximo de amigos. A pesar de que otros investigadores realizaron estudios similares con una metodología diferente, obteniendo valores superiores (231 de media entre los diferentes estudios), fue el número de Dunbar el que penetró en el imaginario colectivo.

Este número incluye a todas aquellas personas con las que mantenemos una relación activa, por lo que vecinos, compañeros de la infancia, familiares lejanos… quedan excluidos (si fuesen incluidos es posible que el número, se aproxime al número de amigos que tienes en Facebook). Otros investigadores trataron de abordar el dilema de una manera diferente, se centraron en observar con cuantas personas mantenía un contacto regular los individuos del estudio. Lo curioso es que este estudio se aproximó bastante al número de Dunbar, entre 100 y 200, aunque existía una desviación considerable (existen personas más sociales que otras). Teniendo en cuenta que nuestro neocórtex apenas ha variado desde el pleistoceno (hace 250.000 años), Dunbar se preguntó si las sociedades neolíticas mantendrían este número de vínculos estrechos. Sin embargo, sin máquinas del tiempo, resulta complicado realizar estudios sobre estas sociedades, por lo que recurrió a dos fuentes distintas. Por un lado, los datos históricos y antropológicos recopilados, y por otro lado, la información obtenida a partir de las sociedades de cazadores-recolectores actuales, que son las representaciones más fieles de las sociedades neolíticas a día de hoy. Los datos obtenidos eran incuestionables, el número no había variado en los últimos siglos, incluso milenios. 150 es el tamaño medio de una tribu de cazadores recolectores, del núcleo de una comunidad huterita (una congregación europea similar a los Amish), de la unidad básica del ejército romano… No obstante, como ya he mencionado, existe una gran desviación en cuanto a ese número por que las personas no tenemos un comportamiento homogéneo, y siempre habrá individuos más sociales y otros más introvertidos o solitarios, ¿existe una causa neurológica que explique esta diferencia? Pues resulta que sí.

Un estudio dirigido por el científico cognitivo Geraint Rees, analizó el cerebro de diferentes individuos que tenían distinto número de “amigos” tanto reales como virtuales. En esta investigación, se observa que existen determinadas regiones cerebrales que muestran un mayor tamaño en los individuos con más amigos (da igual si son reales o virtuales). Estas áreas eran, la amígdala, encargada de establecer las relaciones entre la memoria y las respuesta emocional; el surco temporal medio derecho, que nos permite identificar si algo en movimiento es un ser vivo; el giro temporal medial izquierdo, que nos ayuda a gestionar la red social y la corteza entorrinal derecha, que se activa cuando alguien nos mira al rostro. Hay que recordar que tener una mayor número de amigos en Facebook y el tamaño de estas áreas no implica causa-efecto entre ambas, por no hablar de que los datos mostraron diferencias significativas pero nada del otro mundo.

A pesar de lo mencionado, las redes sociales puede que estén modificando este número, ya que gracias a ellas, el tiempo requerido para mantener una interacción social se ha reducido muchísimo. Antes, redactar una extensa carta para un único destinatario requería mucho tiempo, mientras que ahora, escribir un tuit para miles de destinatarios se puede hacer en un par de minutos (si es elaborado, sino menos). Aun así, el lector estará de acuerdo en que ni las cuentas de twitter (ahora X) que sigue, ni las que le siguen a él; son verdaderamente sus amigos. Para analizar si está red social permitía aumentar el número de Dunbar, Bruno Gonçalves y su grupo, accedieron a los datos de 1,7 millones de usuarios de Twitter (me niego a llamarlo X) durante cuatro meses. Para determinar una relación “estrecha” entre dos usuarios, decidieron que éstos, debían haber intercambiado al menos 3 tuits, respondiendo el uno al otro, y que fuera regular en el tiempo (no contaba el intercambio de 3 tuits un mismo día entre haters). De esta forma, reconstruyeron la red de 1,7 millones de personas, y observaron cómo evolucionaba en el tiempo. Por lo general, un usuario medio de la red del pajarito azul, al iniciarse, mantiene pocas conversaciones debido al reducido número de cuentas que sigue. Estas conversaciones aumentan de una forma más rápida o más lenta (dependiendo del usuario) pero suelen llegar a un nivel de saturación en el que es casi imposible responder y leer los tuits de las personas con las que te relacionas. Finalmente el número de conversaciones que se mantienen con los contactos individuales, decrece hasta alcanzar un equilibrio. ¿Cuál es la cifra de ese equilibrio? efectivamente, el número de Dunbar, entre 100 y 200 personas. Según el autor del estudio, aunque las redes sociales nos permiten aumentar el número de interacciones que realizamos con otros individuos, somos incapaces de superar las condiciones biológicas y físicas que limitan nuestras relaciones sociales. En definitiva, aunque las redes sociales aumentan la cantidad de interacciones que establecemos, no pueden cambiar nuestra sociabilidad, si queremos más amigos, debemos evolucionar para conseguir un mayor volumen cerebral.

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