La parte negativa del pensamiento positivo

Artículo basado en el libro: "El ladrón de cerebros: compartiendo el conocimiento científico de las mentes más brillantes" de Pere Estupinyà

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Supón que eres un profesional del salto de altura. Te encuentras en un estadio abarrotado de gente en el que se están disputando las finales de tu país. Sólo quedáis 2 competidores, pero tu rival ya ha saltado y ha superado en 2 cm tu mejor marca personal. Es tu turno, nunca antes has realizado un salto semejante, y eso que llevas más de 10.000 saltos a tus espaldas. Es el momento de tomar carrerilla, ¿Qué palabras escuchas dentro de tu mente? Lo más lógico es que se trate de mensajes positivos y de motivación, pero también puede invadirte el pesimismo y la racionalidad, ¿si nunca he superado esa altura, qué me hace pensar que lo conseguiré esta vez?

Ahora imagina que eres padre de un niño adolescente que su sueño es ser futbolista. Está dispuesto a sacrificarlo todo para ello, incluso los estudios. Sin embargo, no tiene la calidad suficiente y por mucho que entrene le va a resultar prácticamente imposible llegar a profesional, aunque exista alguna ínfima posibilidad. ¿Cuál sería el mensaje que le dirías? ¿Uno motivador incitándolo a dejar los estudios y sacrificar todo por su sueño?, ¿o uno más realista en el que le incites a tirar la toalla ya que es prácticamente imposible alcanzar ese sueño?

En ambas situaciones, probablemente el mensaje seleccionado haya sido el opuesto, a pesar de que las teorías del pensamiento positivo defienden que en las dos situaciones deberías proporcionar el mensaje motivador, ya que este afectará positivamente al desempeño de los individuos en cuestión. Sin embargo, un estudio en el que se analiza una situación intermedia, demuestra que el mensaje a indicar no siempre tiene que ser el mismo. El efecto beneficioso del pensamiento positivo, como mostrará este artículo, depende enormemente de la autoestima del individuo.

La publicación en cuestión, tuvo el nombre de “Positive self-statements: power for some, peril for others” y se realizó del modo siguiente: en primer lugar, los psicólogos que realizaron el experimento cogieron un grupo de voluntarios y los sometieron al test de Rosenberg, un test estándar para medir el grado de autoestima. En segundo lugar, crearon un grupo con el tercio que mayor puntuación había obtenido (mayor autoestima), y otro grupo con el tercio de menor puntuación (menos autoestima). A continuación, a ambos grupos se les indicó que escribieran en un papel las reflexiones que les pasaban por la cabeza, y ambos grupos se les dijo que al sonar el toque de una campana, se concentraran y repitieran en voz alta: “Soy una persona encantadora”. Los dos grupos se subdividieron en otros dos subgrupos, dos de los subgrupos tenían que recitar esta frase, y los otros dos no. Para finalizar el experimento, se les realizó una serie de preguntas para evaluar su estado de ánimo del tipo “valora del 1 al 35 cuál es la posibilidad de que alguien de 30 años tenga una relación romántica feliz”. Los resultados fueron sorprendentes.

Dentro del grupo de autoestima alta, los que se habían repetido el mensaje positivo puntuaron la pregunta con 31 sobre 35 de media, mientras que los que no se habían repetido la frase puntuaron 25 puntos. Es decir, el pensamiento positivo parece tener efectos beneficiosos en los estados de ánimo de los individuos con autoestima alta. Sin embargo, con el grupo de autoestima baja, los resultados fueron muy diferentes. Entre los que tenían una baja autoestima, los que se vieron forzados a repetir el mensaje positivo, puntuaron 10; mientras que los que no estuvieron obligados a recitar el mensaje obtuvieron 17 puntos, mayor diferencia incluso que el grupo de autoestima alta. Es decir, los mensajes positivos empeoran el estado de ánimo cuando los individuos muestran una autoestima baja, como deja patente este experimento.

A partir de esto se puede concluir que el poder del pensamiento positivo es muy relativo y depende entre otros factores de la autoestima (existen otras investigaciones en las que se estudian otros factores). Lo que para unos puede resultar beneficioso, para otros será perjudicial. Por este motivo hay que tener cuidado con la miríada de libros de autoayuda que invaden nuestras librerías y colapsan las mentes de los ciudadanos. No siempre van a tener el efecto que esperas, o incluso peor, puede que tengan un efecto nocivo en tu estado de ánimo.

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