La tribu que practica el comunismo primitivo

Artículo basado en el libro: "Crimen y Costumbres en la sociedad salvaje" de Bronislaw Malinowski.

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Si surcamos los mares circundantes a Australia por el lado oriental, y avanzamos en dirección norte, al dejar atrás la tierra de los canguros, entramos en la Melanesia. En esta región geográfica, cuya isla más representativa es la afamada Papúa Nueva Guinea, si continuamos viajando al Noroeste de la isla, nos encontraremos con el archipiélago de Trobriand. Este pequeño conjunto de islas coralinas rodean una amplia laguna repleta de una gran biodiversidad de peces, de la que se alimentan una comunidad melanésica de seres humanos organizados en clanes. La laguna favorece la pesca, así como la intercomunicación, por ello se ha desarrollado una densa población dedicada a la agricultura y a la explotación de los recursos marinos. Pero lo curioso de estos habitantes radica en cómo gestionan la propiedad privada.

Al tratarse de tribus pesqueras, pasan gran parte de su tiempo en la laguna central realizando jornadas de pesca, en las cuales se organizan de forma conjunta varios equipos distribuidos en canoas. Lo curioso de esta gestión es cómo se organizan esas canoas. En primer lugar, la canoa presenta un propietario, que es el encargado de que ésta se mantenga en buen estado (aunque le ayuda el resto de la tripulación) y que debe acarrear los gastos de fabricar una nueva en caso de la rotura de la antigua. Sería algo así como el empresario, si fuera posible asociar tales términos a una comunidad primitiva. En segundo lugar, aparece el equipo de pesca, entre los cuales, cada uno tiene un puesto asignado; el timonel, el guardián de las redes, el vigilante de pesca… que vienen determinados por la edad y la habilidad personal. Estos puestos, podrían ser considerados como trabajadores. Ahora bien, existen varios aspectos que difieren enormemente de la gestión empresarial moderna. Por un lado, cuando se organiza una jornada de pesca colectiva, las canoas deben salir a la laguna o al mar independientemente de los deseos del propietario de las mismas. Es decir, a pesar de que exista una propiedad privada de la canoa (tiene un dueño), el uso y disfrute de este “medio de producción” es gestionado por la colectividad. Por otro lado, tanto el propietario, como los miembros de la tripulación, tienen el derecho de ceder sus privilegios y responsabilidades en la canoa a sus parientes y amigos. Además, los beneficios obtenidos a partir de la pesca serán distribuidos de forma equitativa entre todos los miembros que participaron en ella, eliminando cualquier tipo de plusvalía que pudiese percibir el dueño de la canoa como propietario del medio de producción. Por lo general, parte del fruto de la actividad económica (los peces), es proporcionada a poblados que viven en el interior (generalmente dedicados a la agricultura) e intercambiada por hortalizas, de forma que se establece un sistema de obligaciones y servicios. Asimismo, en caso de que haya alguna clase de afrenta o negligencia entre los poblados costeros y los del interior, como los primeros siempre andan escasos de hortalizas y los segundos siempre necesitan pescado; presentan un instrumento para hacer valer sus derechos: la reciprocidad.

A pesar de que la arcaica gestión económica de estos poblados pueda asemejarse a una especie de comunismo primitivo, cualquier descripción de una institución salvaje, en términos como “comunismo”, “capitalismo” o “empresa”, sacados de las condiciones económicas actuales, puede inducir a error. Por ello, nombrar a este tipo de sociedades como comunistas, carece de sentido, a pesar de que su rudimentario sistema económico se asemeja mucho más a un sistema socialista, que a uno capitalista.

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