Las bases del racismo ideológico
Artículo basado en el libro: "Nosotros y los otros" de Tzvetan Todorov.
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Todos los seres humanos nos parecemos y a la vez somos distintos, incluso los gemelos univitelinos o idénticos, es una afirmación trivial que nadie puede negar. Aunque las formas de vida sean muy distintas de una individuo a otro, todos pertenecemos a la misma especie, y por lo tanto, nos parecemos en cuanto a especie pero nos diferenciamos en cuanto a individuo. Sin embargo, la historia de la humanidad se ha caracterizado por el descubrimiento de la identidad, y la identidad acaba cuando comienza la diferencia. Es decir, en ese objetivo de buscar una identidad propia, es cuando establecemos las diferencias, ya que la forma más sencilla de identificarse, más allá de la pertenencia al grupo, es la diferenciación con el otro. Constituimos nuestro ser en base a lo que no somos. Esta confusión entre identidad y diferencia es lo que provocó el desarrollo de la doctrina de las razas que tristemente derivó en el racismo.
En primer lugar, es necesario aclarar diversos conceptos; el término raza, ni es, ni ha sido, ni nunca será una distinción biológica. Incluso en los perros el término raza es erróneo, no es que todos los perros pertenezcan a la misma especie, ¡es que pertenecen a la misma subespecie! El término correcto debería ser variedad. Si los propios perros con las diferencias que hay de un caniche a un dogo, no tienen raza, ¿qué le hace pensar a la gente que los humanos (mucho más semejantes) si tenemos razas? No tengo respuesta a esta pregunta, pero me aventuraría por la ignorancia o por la estupidez. Por otro lado, el término racismo, en su acepción más común, hace referencia a dos aspectos, el primero sería el comportamiento mayoritariamente de odio y de desprecio por aquellas personas que muestran rasgos físicos diferentes a los nuestros; el segundo, la ideología detrás de ese comportamiento que atañe a la doctrina de las razas humanas. Ambas no tienen porque aparecer simultáneamente, el racista típico, no es capaz de expresar las causas de su odio por aquellas personas físicamente distintas; mientras que el ideológico, no tiene por que tener un comportamiento racista a pesar de creer ciegamente en la inferioridad de las otras “razas”. Por ello, a este segundo aspecto le denominaremos racialismo. Mientras que el racismo (comportamental) viene de la antigüedad como atestiguan los enfrentamientos entre Neandertales y humanos; el racialismo, nació en la Europa occidental hace unos pocos siglos.
En este artículo nos centraremos en el racialismo, que es más preocupante. El racismo de comportamiento, debido a la exagerada cantidad de mentes pobres que hay, es muy difícil de erradicar. La ignorancia siempre provoca que la gente muestre miedo a lo desconocido o diferente, y es muy sencillo que ese miedo se convierta en odio. Para analizar al racialismo, lo trataremos como una doctrina, que está compuesta por una serie de proposiciones; estudiemos cada una individualmente.


La existencia de las razas: La doctrina racialista exige la existencia de las razas, de lo contrario, su ideología no tendría sustento. Este término (biológicamente inexistente) se basa según la doctrina en agrupaciones humanas que muestran características físicas diferenciales. Tratan al ser humano como especies animales, y al igual que un criador de pura sangre, prefieren evitar los cruces para mantener estas características definitorias del grupo. Este argumento es muy fácilmente desmontable, como ya he mencionado el término raza no existe en biología, por no hablar de que desde los albores de los tiempo las diferentes “razas” se han cruzado y cruzado hasta llegar a los individuos de hoy en día, y si en vez de por el color de piel, determinásemos las razas por semejanza genética, más de un supremacista ario se caería de bruces. Aun así, atacar esta argumentación desde el punto de vista biológico carece de sentido, ya que es una cuestión de la psicología social. Que científicamente no exista el término raza, a un racialista le da igual, las diferencias son visibles, tanto en el color o en el sistema piloso, como en la configuración del cráneo.
La continuidad entre lo físico y lo moral: La existencia de diferencias físicas no provoca los comportamientos racistas, es necesario vincular el aspecto físico con la moral, para poder desencadenar el odio (sino los rubios serían racistas con los morenos). Esta argumentación se sustenta en el supuesto (actualmente inexistente gracias a la globalización) de que las “razas” distintas pertenecen a culturas diferentes, y por lo tanto mostraran una moralidad distinta. El racialista insinúa, que las características físicas, son indistinguibles de las mentales, y que las primeras condicionan las segundas, de esta forma justifican que a pesar de que un individuo de una “raza”, se crie en un grupo social de otra “raza”, su moralidad y mentalidad diferentes se van a mantener, como si éstas estuvieran totalmente condicionadas por la genética. Como si existiese una transmisión hereditaria de lo mental y fuese imposible modificarlo mediante la educación. Menudo triple. Para tratar de superar semejante parida, los racialistas proponen invertir la causalidad, defendiendo que no es lo físico lo que define lo mental, sino la cultura. Aunque este argumento no se sostiene, de ser así, el racismo ideológico debería excluir a todos aquellos individuos que se hayan criado en culturas diferentes, y no lo hace.
La acción del grupo sobre el individuo: Esta proposición se basa en que el comportamiento individual, se sustenta en el grupo racial, cultural o étnico al que pertenece. Este argumento también es de una fortaleza cuestionable, ya que, ¿de qué sirve distinguir a las razas, si el individuo es moralmente indeterminado y carece de libre albedrío para actuar? Pero de esta proposición, podemos concluir que el racialismo es una doctrina basada en la psicología colectiva, y por naturaleza, hostil a la ideología individual. Por eso el racialismo está actualmente tan arraigado, ya que en la posmodernidad, la cultura individual es predominante y genera rechazo a un grupo de gente que se refugia en este tipo de doctrinas.
Jerarquía única de valores: El racialista no cree solo en la diferencia entre razas, sino que cree en la superioridad de unas sobre otras. Posee una jerarquía única de valores, mediante la cual renuncia a la unidad del género humano. Además, esta escala de valores, es etnocéntrica, y cualquier racista ideológico siempre va a situar a su propia raza en la parte superior de la jerarquía. Estos valores se refieren tanto a cualidades morales como físicas, ya que en cuanto a la estética, el racialista también observa mayor belleza en su propia raza.
Política fundada en el saber: Mientras que el resto de proposiciones se basan en una descripción subjetiva del mundo, esta se basa en un aspecto comportamental. Si se aceptan las anteriores proposiciones, el racialista determina que es necesario comportarse con una política que coloque al mundo en armonía, a través del sometimiento de las razas inferiores o incluso mediante su eliminación. Es en este punto cuando el racialismo (o racismo ideológico) se fusiona con el racismo de comportamiento.


Las primeras proposiciones son fácilmente refutables por la ciencia, pero las dos últimas deben de ser refutadas por filósofos. Por ejemplo, el ideal humanista es superior al ideal racista, no porque sea más verdadero (un ideal no puede serlo) sino porque es éticamente superior al estar fundamentado en la universalidad del género humano. Son necesarias las 5 proposiciones para sustentar la ideología, pero a lo largo de su desarrollo, proposiciones como la segunda han sido descartadas debido a una perspectiva relativista de la moral independientemente de la raza. También la cuarta proposición ha sido desechada en algunos sectores defendiendo que, a pesar de que otras razas no sean inferiores, son diferentes y por ende deberían permanecer mutuamente aisladas. Sea como fuere, cada vez se están eliminando más de estas proposiciones y el racismo o racialismo a día de hoy carecen de lógica. Aun así, a mi personalmente (como autor del artículo y no del autor del libro en el que se basa) la proposición más preocupante, me parece la tercera; ya que como he mencionado, vivimos en una cultura muy centrada en el individuo y enormemente narcisista, por lo que aquellas personas, que no se ajusten a este modelo, y se sientan excluidos del sistema, son muy susceptibles a las influencias que genera la pertenencia a un grupo, y pueden caer en el error de creerse el racialismo, como demuestra el auge de una extrema derecha con tildes marcadamente racista a lo largo y ancho de todo Europa.
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