Los 10 mandamientos del poder (I)

Artículo basado en el libro: "Zoo humano" de Desmond Morris

6 min read

Siempre que se establece un grupo humano (un equipo deportivo, una familia, una país, una empresa…) es necesario establecer uno o varios individuos que adquieran el papel de líder o guía de esa congregación de personas. Más que por establecer una jerarquía intragrupal, el papel de líder es necesario para poder establecer una cooperación. El “macho alfa” o jefe de tribu se estableció como elemento necesario para organizar partidas de caza de presas de elevado tamaño (mamuts y otros herbívoros), que serían imposibles de efectuar de forma individual. Por mucho que le duela a la “Red Pill” y a otros corpúsculos antifeministas, el concepto de “macho alfa”, no era más que un coordinador de actividades cinegéticas. Además, los rasgos psicológicos del liderazgo no deben estar muy extendidos en las poblaciones humanas, porque si todos son líderes ¿quiénes son los subordinados? No obstante, en el caso de la sociedad moderna, la cosa es muy distinta; en esta situación, la búsqueda de estatus (algo similar a tratar de ser el líder del grupo), no vendría dada por la necesidad de coordinar ninguna clase de actividad, sino por pura y simple jerarquía mezclada con un poco de narcisismo.

En todo grupo organizado de mamíferos, independientemente del grado de cooperatividad, existe siempre una lucha por la dominación social. Cada individuo adquiere el rango social que le proporciona su posición en la jerarquía, y atendiendo a la máxima de Adam Smith (a mi entender incorrecta) en la que cada persona busca maximizar sus propios beneficios, los individuos tratarán constantemente de ascender en la jerarquía social. Estas jerarquías, debido al envejecimiento de los más ancianos, y a la vitalidad de los más jóvenes, no permanecen mucho tiempo estables. La consecuencia de esta continua lucha de poder, es una tensión de estatus constante, que resquebraja cualquier tipo de tejido social que trate de consolidarse. En la naturaleza, esta tensión es tolerable, pero en la cautividad (un grupo grande en un espacio reducido) y autodemesticación en la que vive el ser humano, la carrera por el estatus se vuelve desenfrenada. Cuando esto ocurre, los miembros más débiles del grupo suelen ser sacrificados y marginados, mientras que los rituales de ostentación y contraostentación magnifican la violencia. Además, en la sociedad actual, ya no vivimos en tribus, sino en supertribus en donde la relación de cada individuo con el prójimo es cada vez más impersonal y superficial, la encarnizada lucha por la ascensión social se vuelve inhumana. Por ello, en este artículo analizaremos las leyes básicas que rigen esta ascendencia, tanto por si se quiere conseguir una posición de poder en el grupo, como si se quiere mantenerla. En este artículo veremos los primeros 5 mandamientos de la dominación.

Mandamiento 1: Ostentación de las galas, actitudes y gestos de dominación. Tanto si se trata de un babuino, como si es un humano, la ostentación se basa tanto en no mostrar como en mostrar. Se trata de no evidenciar signos de inquietud, indecisión o titubeo. Sin embargo, este “no mostrar” es exclusivo del comportamiento, ya que en el caso de apariencia física, es necesaria una ostentación de poder económico a través de refinadas vestiduras que distinguen al líder de los subordinados. A diferencia del babuino, entre los que el líder suele ser el más corpulento, en los seres humanos esto no ocurre, por lo que el supuesto líder debe simular esta mayor corpulencia con una postura física dominante, y con un acompañamiento, por parte de los subordinados de una postura sumisa como la reverencia (ante el rey) o una arrodillamiento (ante el cura/Dios). Aun así, en la cultura moderna los reyes y emperadores están siendo sustituidos por presidentes y primeros ministros democráticamente electos (no en todos los países por desgracia), y estos adquieren papeles aparentes más de “servidor del pueblo” que de líderes dominantes. Por estas razones, suelen llevar ropas relativamente modestas para simular fraudulentamente ser uno más del grupo. Sin embargo, la elegancia y ostentosidad de los sitios donde vive y trabaja (como la Casa Blanca), así como los asesores y sirvientes de los que dispone, muestran realmente esa ostentación de dominio.

Mandamiento 2: En momento de rivalidad activa, es necesario amenazar agresivamente a los subordinados. En el caso de los babuinos, el menor indicio de insubordinación dispara una actitud amenazadora y violenta en el jefe del grupo. En caso de que la insubordinación no amenace la posición de liderazgo (individuos no hostiles), el macho dominante rara vez recurre a la agresión física y un simple gesto puede apaciguar la situación. Del mismo modo ocurre en el ser humano, cuando un jefe quiere recriminar a un subordinado, una mirada amenazadora suele ser suficiente, ya que levantar la voz o encolerizarse, suele ser un signo de debilidad. Además, también es necesario una ejemplificación de poder que los babuinos suelen mostrar atacando sin justificación a sus subordinados, lo cual también hace el ser humano, mediante severos edictos, practicando inspecciones sin aviso previo, o mediante vigorosos discursos. De esta forma, al haber mostrado de lo que son capaces con su poder, en futuras ocasiones les bastará con un mirada para calmar la insubordinación.

Mandamiento 3: En momentos de desafío físico debe poder dominar a la fuerza a sus subordinados. Si fueses un jefe babuino cuya amenaza ha fracasado, debe producir un ataque físico, lo cual le sitúa en una situación peliaguda por dos motivos. En primer lugar, cualquiera puede salir dañado de una pelea, y el líder tiene mucho más que perder, ya que queda mal herido para el próximo rebelde y por que su aura de invencibilidad se desvanece. En segundo lugar, siempre se va a hallar superado en número por sus subordinados, y si realizan un ataque coordinado tiene todas las de perder. Por ello, un verdadero líder babuino siempre va a preferir la amenaza a la agresión. En el caso del ser humano, los líderes establecen una serie de supresores de las insubordinaciones violentas, que solo el conjunto de la población en cooperación podría superar. Se trata de la policía y el ejército, ya que como dijo Max Weber, el estado no es más que el monopolio de la violencia. Además, mediante el empleo de los medios de comunicación y la manipulación, el líder humano es capaz de mantener a la población polarizada y dividida, para evitar su congregación y eventual alzamiento.

Mandamiento 4: Si un desafío requiere más maña que fuerza, debe mostrarse más inteligente que sus subordinados. El jefe babuino, no solo necesita ser fuerte y corpulento, sino que requiere de cierta inteligencia, algo que se hace mucho más notorio en el caso del jefe humano. No obstante, hoy en día los problemas muestran tal magnitud, que el jefe humano debe rodearse de asesores y especialistas para poder solventarlos. Además, las decisiones relativas a estas problemáticas deben de tomarse sin vacilación ni titubeos, ya que siempre va a ser mejor una decisión firme que una decisión correcta. Muchos líderes humanos han sobrevivido a la toma de malas decisiones, pero casi ninguno ha sobrevivido (políticamente hablando) a la indecisión. Por si esto no fuera poco, debido a la enorme cantidad y complejidad de datos disponibles a la hora de tomar una decisión política, las decisiones firmes y correctas son muy difíciles de dar, y para desgracia nuestra, siempre suele prevalecer la firmeza a la corrección. Por ello, el mundo está lleno de políticos contundentes con sus políticas aberrantes y mayoritariamente incorrectas.

Mandamiento 5: Las querellas de los insubordinados deben ser sofocadas. Cuando existen ciertos problemas entre los miembros del grupo, como una reyerta entre dos individuos, los jefes del grupo (humano y babuino) deben sofocar estas disputas aunque no estén dirigidas contra ellos. De esta forma, pueden manifestar su dominancia, a la par que mantienen el orden dentro del grupo. En el caso exclusivamente humano, este mandamiento se cumple a través de las leyes y su administración. Sin embargo, estas tareas han sido delegadas en la actualidad a otros órganos por el excesivo tamaño de las supertribus en las que vivimos.

Artículo basado en: