Los 10 mandamientos del poder (II)

Artículo basado en el libro: "Zoo humano" de Desmond Morris.

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Este artículo es la continuación de otro del mismo nombre en el que se analizan los primeros 5 mandamientos del poder o la dominación; pero al igual que en las sagradas escrituras cristianas, los mandamientos son 10. Por ello, a lo largo de este artículo analizaremos los restantes mandamientos que un jefe humano (o babuino) debe mostrar ante sus subordinados.

Mandamiento 6: Es necesario recompensar a los subordinados inmediatos, mediante beneficios asociados a su alto rango en la jerarquía. En un grupo de babuinos siempre suele haber individuos que aspiren a la ostentación de poder. Estos sujetos conocidos como subdominantes, suelen ser el principal enemigo del líder pero, a su vez, resultan de gran ayuda en el caso de que existan amenazas provenientes del exogrupo (del exterior). Aun así, como existe la posibilidad de que estos individuos se rebelen, es necesario que disfruten de los privilegios de su alto rango jerárquico, para que eviten compararse con los individuos de menor estatus y se sientan satisfechos de su desempeño grupal. En el caso del dirigente humano esta situación se ve agraviada, ya que gracias al lenguaje las situaciones que acontecen a las espaldas del líder, pueden ser más numerosas y diversas. Además, es muy compleja esta repartición de beneficios, ya que es necesario buscar un equilibrio entre la cantidad y calidad de los privilegios otorgados, la cual debe de ser lo suficientemente elevada como para que los subordinados de alto rango se sientan satisfechos, pero no tan elevada como para que éstos ostenten un poder desmedido que haga peligrar la posición de liderazgo.

Mandamiento 7: Es necesaria una protección de los individuos más débiles del grupo ante una persecución injusta. En el caso de los babuinos, las hembras embarazadas suelen congregarse en las inmediaciones del macho dominante, para que éste las proteja a ellas y a sus crías de cualquier ataque imprevisto por otro miembro de la manada. Al proteger a estos individuos “débiles”, el líder asegura la supervivencia y continuidad del grupo. En el caso de los humanos, esta protección también es dirigida hacia los ancianos, los enfermos y los inválidos. Esto es necesario ya que en la supertribu humana, no solo se precisa proteger a los niños que algún día se convertirán en subordinados, sino también apaciguar las inquietudes y temores de los adulto activos, para proporcionarles cierta calma antes las adversidades que puede acarrear la vejez y la enfermedad.

Mandamiento 8: Es necesario tomar decisiones en las actividades sociales de su grupo. Cuando el macho dominante de un grupo de babuinos se mueve, el grupo se mueve, cuando descansa, el grupo descansa y cuando come, el grupo come. Por suerte, esta dictadura comportamental hace mucho que se desvaneció en las sociedades humanas. No obstante, el dirigente humano debe actuar como guía para otro tipo de actividades dentro del grupo. Aun cuando el grupo sigue un rumbo satisfactorio para sus integrantes, el líder humano debe alterar (aunque sea ligeramente) este rumbo, para poder hacer ostentosidad de su poder y mostrar el impacto que presentan sus decisiones, aun cuando estas decisiones no son necesarias. Por ello, es necesario insistir en nuevas líneas de desarrollo para evitar que lo tachen de inoperante o débil, y en el caso de que no muestre ninguna preferencia, deberá inventarse alguna, para que sus políticas no parezcan insulsas.

Mandamiento 9: Es necesario tranquilizar ocasionalmente a los subordinados. En el caso de un grupo de babuinos, la mera presencia del líder ante un subordinado, puede resultar difícil para este último, ya que esa proximidad es inevitablemente amenazadora. Para superar este distanciamiento jerárquico, el líder babuino deberá acercarse a sus “seguidores” de forma calmada, sin movimientos bruscos y en la medida de los posible con actitudes típicas de los subordinados como la expresión facial denominada chasquido de labios. En el caso de los humanos, aunque los dirigentes suelen mostrarse serios y ásperos con los integrantes de menor jerarquía, deberán tratar de mostrar eventualmente actitudes amistosas (gestos de cortesía, sonreír, saludar…), que se desvanecerán rápidamente ya que no son más que falsas actitudes empleadas como mecanismo de dominación.

Mandamiento 10: Es necesario repeler las amenazas y los ataques provenientes del exterior del grupo. En el caso de los babuinos, ante un ataque procedente del exterior, el macho dominante aparece siempre en vanguardia para defender los intereses de su grupo. Esto no es tan común en la especie humana, Napoleón Bonaparte en ocasiones participaba en la primera línea de combate para insuflar ánimo y confianza a sus tropas, pero se trata de un rara avis, ya que lo común es que los dirigentes se sitúan en la retaguardia o muy lejos de las zona de combate. Aun así, esta situación puede observarse en determinados líderes humanos actuales, que tratan de generar un aura de heroísmo en torno a su figura, armados y pertrechados con uniformes militares, como en el caso de Volodymyr Zelensky. Sin embargo, estas actuaciones no suelen representar más que pantomimas de estos supuestos valientes líderes ante las cámaras televisivas. El objetivo sería el mismo que en el caso de Napoleón (aumentar el ánimo de sus soldados), pero evitando la peligrosidad asociada a la vanguardia de combate. Además, en las situaciones de ataque de un exogrupo, se generan efectos cohesivos entre los miembros del endogrupo, por lo que las acciones de los líderes muestran mayor facilidad de ser aceptadas y sus posturas beligerantes resultan en la promoción del dirigente. Debido a los beneficios que acarrean estas situaciones de confrontación (para los líderes), no es extraño que en tiempos de paz, los dirigentes humanos tiendan a exagerar las amenazas externas con la intención de aumentar la cohesión de grupo y reafirmar su estatus en la jerarquía.

Estas pautas de poder en las que hemos comparado los grupos de babuinos con grupos humanos, no se deben entender como pautas heredadas de los primates, o que hemos evolucionado de esa forma debido a ellos. Aunque compartimos antepasados (los compartimos con cualquier especie viva) los grupos primitivos de humanos (más similares a los grupos de babuinos), han evolucionado de una forma muy marcada en unos pocos miles de años hasta configurar las sociedades actuales. El paralelismo establecido entre los comportamientos de dominio de estas dos especies, se realiza para que el lector observe la naturaleza básica de las pautas humanas y comprenda que el juego de poder no es más que un derivado del comportamiento animal.

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