Los oscuros negocios de Erdogan en EE.UU.
Artículo basado en el libro: "Sentirán el aliento de Turquía en la nuca: Secuestros, espionaje y guerra sucia en el país de Erdogan" de Javier Biosca.
6 min read


¿Fecha? 19 de septiembre de 2016, ¿lugar? El lujoso hotel Essex House de Nueva York. Tras dos meses del brutal intento de Golpe de Estado en Turquía, y de la fortuita huida con vida del presidente Recep Tayyip Erdogan, varios hombres se reúnen en la sala de conferencias del hotel para planear una venganza. ¿El objetivo? Fethullah Gülen, un poderoso líder religioso y antiguo aliado exiliado en Pensilvania desde 1999, al que Erdogan acusa de haber orquestado el golpe de Estado.
Michael Flynn, exgeneral del ejército, antiguo director de la agencia de inteligencia militar y primer militar de alto rango en apoyar en público la primera candidatura del multimillonario ultraderechista Donald Trump, se reúne con el ministro de Exteriores turco y con Berat Albayrak, yerno de Erdogan y ministro de Energía. El otro invitado, James Woosley, asesor de la campaña de Trump, exdirector de la CIA y amigo de Flynn, llega unos minutos tarde al encuentro histórico en el hotel pegado a Central Park. La discusión se centra en diferentes ideas para atrapar y sacar ilegalmente a Gülen de EE.UU., y mandarlo de vuelta a Turquía. Aunque tan solo 4 días después del intento de golpe de Estado, Ankara ya había solicitado a Washington la detención y extradición de Gülen, la solicitud no prosperó por incumplimiento de los requisitos pertinentes. Pero Erdogan no estaba dispuesto a rendirse, no era solo la detención de Gülen lo que le interesaba, sino la erradicación de un movimiento opositor con miles de seguidores en Turquía y a lo largo de todo el mundo. Al día siguiente, Woosley y su mujer se reúnen con un empresario turco cercano a Erdogan que había organizado el encuentro del día anterior. Esta vez, Flynn no está invitado. Woosley se ofrece a “llamar la atención sobre el posible papel del clérigo en el intento de golpe de Estado” a cambio de 10 millones de dólares (que pillo el exdirector de la CIA). Por desgracia para Woosley, que estaba intentando robar un suculento contrato a Flynn, éste se le había adelantado y había firmado un acuerdo con el empresario turco por 600.000 dólares. El objetivo: desacreditar a Gülen en la prensa y lograr su extradición. A pesar de que Woosley se valiera de su prestigio, influencia y reputación como exdirector de la CIA ante el empresario turco, el trato estaba cerrado.


Fethullah Gülen líder religioso y ex-aliado de Erdogan (Fuente: El Mundo)
Aunque Flynn, mientras asesora a Trump de cara a las elecciones de noviembre (2016), niega que en aquella reunión se hablase de misiones encubiertas ilegales, su campaña de desprestigio contra Gülen ya había empezado. El día de las elecciones, es decir, el día en que todo el mundo abre el periódico en Washington D.C., Flynn publicó una columna en The Hill (prestigioso periódico dirigido por las élites políticas) con el titular “Nuestro aliado turco está en crisis y necesita nuestra ayuda”. El exgeneral califica el movimiento de Gülen de terrorista y compara a su líder con Osama Bin Laden o el ayatolá Jomeini, un símil que se había planteado en la reunión en el hotel de Nueva York.
Gülen se describe a sí mismo como moderado, pero realmente es un islamista radical. Ha presumido públicamente de que sus “soldados” están esperando órdenes para cumplir lo que él diga [...] Desde el punto de vista de Turquía, Washington está albergando al Osama Bin Laden turco. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros si justo después del 11-S nos enteramos de que Osama Bin Laden vive en un gran villa en un complejo de Turquía?
Con estas opiniones Flynn mostraba un giro de 180º en sus posiciones políticas. Aunque en el texto calificase a Turquía como el “aliado más fuerte” de EE.UU. contra el Estado Islámico, eso no era realmente lo que pensaba. De hecho, unos meses antes de publicar el artículo, el general afirmaba públicamente que Turquía había mirado para otro lado en lo referente al crecimiento del Estado Islámico en Siria. Puede que los 600.000 dólares del contrato con el empresario turco tuviesen algo que ver en su cambio de opinión. Es más, la noche del golpe de Estado en Turquía, Flynn afirmó “es algo que merece la pena aplaudir”. Sin embargo, pocos días después del golpe, “estamos listos para participar en lo que necesite” fue la frase con la que se comunicó con el empresario turco. Poderoso caballero es don dinero.
Cuando una persona hace campañas de presión para un Gobierno (como Flynn con Turquía) o un partido político de otro país, el registro se debe hacer bajo ley de agente extranjeros o Foreign Agents Registration Act (FARA). No obstante, tras la sorpresiva victoria trumpista se paraliza toda la operación. Trump nombró a Flynn como futuro asesor de Seguridad Nacional (puesto por el que han pasado figuras históricas como Henry Kissinger), por lo que la compañía de Flynn tuvo que cesar las relaciones con el lobby del empresario turco. Pero su columna en The Hill despertó varias sospechas después de las elecciones y el exgeneral recibió una carta del Departamento de Justicia en la que se le requería más información sobre la columna. Ante la presión, la compañía de Flynn decidió registrarse de forma retroactiva en la FARA en marzo de 2017. Pero este registro también estaba lleno de mentiras por lo que el exgeneral se declaró culpable. Flynn afirmó que desconocía que la República de Turquía estuviera relacionada con el proyecto (aunque sí lo sabía), dijo que el objetivo era mejorar las relaciones comerciales entre Turquía y EE.UU. (cuando realmente era destruir a Gülen) y afirmó que el artículo nacía de su propia motivación (cuando no lo era).


Para sorpresa de nadie, Flynn nunca llegó a recibir su condena porque fue indultado por el presidente Trump, con lo que el exgeneral se encontraba en pleno proceso para retirar su declaración de culpabilidad. Aunque Flynn había tenido una carrera intachable hasta su jubilación en 2014, fue su recorrido tras jubilarse lo que manchó su reputación. Ya en 2015, el general asistió en Moscú al décimo aniversario del canal de televisión Rusia Today (RT) donde compartió mesa presidencial con Vladimir Putin. Lógicamente no fue gratis, recibió más de 30.000 dólares por su “acto de presencia”. De hecho, los verdaderos problemas de Flynn llegaron con las mentiras sobre sus contactos con el embajador ruso en EE.UU. Por esta trama, Flynn pasó a la historia como el asesor de Seguridad Nacional más breve de Estados Unidos. Estuvo en el cargo tan sólo 24 días. Totalmente desacreditado en Washington, el exasesor del presidente encontró la redención en los círculos más radicales del trumpismo. Actualmente coquetea con las teorías de la conspiración, sale en videos haciendo juramentos en honor al movimiento de extrema derecha QAnon y se ha convertido en un icono del movimiento conspiracionista.
Aunque el trabajo de Flynn no fue suficiente como para llevar a Gülen a manos de Erdogan, Ankara ha lanzado una extensa operación secreta dirigida por los servicios de inteligencia turcos (MIT) para secuestrar a extranjeros seguidores del predicador y encerrarlos en Turquía saltándose todo el proceso legal de extradición. Los principales objetivos de esta red internacional de detenciones ilegales son los directores y profesores de las instituciones educativas vinculadas a Gülen. Estos centros educativos están repartidos en más de 89 países y tienen vinculadas unas 520 empresas, 269 fundaciones, 147 medios de comunicación y 252 ONG. Aunque el predicador murió en octubre de 2024, el Gobierno turco afirmó que su muerte no detendría la persecución física de todos los gülenistas. Desde Mongolia hasta Mali, pasando por Kosovo o Moldavia, decenas e incluso centenas de estos profesores y directores han sido secuestrados ilegalmente por los servicios secretos turcos, enmascarando las operaciones como misiones antiterroristas. Mientras tanto, Erdogan continúa impune, urdiendo la siguiente operación para acabar de una vez por todas con el legado del imán Gülen.
Artículo basado en:





