Mercurio, metales y planetas
Artículo basado en el libro: "Los lagartos terribles y otros ensayos científicos" de Isaac Asimov.
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La mayoría de la gente habrá escuchado alguna afirmación de las siguientes, alguna variación, o alguna anécdota que las contuviera: “mi marido es un roñoso, el anillo de oro que me regalo resulta que es de plata”, “me han estafado, el anillo que compré resulta que no es de oro”, “este anillo está viejo, ha perdido todo su color”... Si alguna vez habéis escuchado alguna historia similar, ya sabréis cual es la causa de estas confusiones: el mercurio.
Es triste que uno de los motivos por los que es conocido este metal (a parte de su toxicidad y su alarmante presencia en los pescados) sea la dramática cualidad arriba mencionada. Sin embargo, se trata de uno de los 7 metales conocidos en la antigüedad, y sin duda uno de los más extraños, ya que se trata del único que se mantiene líquido a temperatura ambiente. De esos 7 metales conocidos en la antigüedad, el mercurio es el único que no aparece en la biblia, algo lógico ya que se trata de un libro de dudosa veracidad y ningún rigor científico (hablando del antiguo testamento), pero nos afirma que se trata de un elemento que no fue fácil de descubrir. Tal vez se deba a que es un metal escaso, aunque con mayor abundancia que el oro y la plata, repetidamente mencionados en la Biblia. Aun así, existen evidencias de que en el Antiguo Egipto conocían de su existencia ya hace 3.500 años. Lo más probable es que el mercurio hubiera sido obtenido a partir de su principal mena, el cinabrio o sulfuro de mercurio (HgS) que muestra un brillante color rojo, y puede ser usado como pigmento, llamándose entonces bermellón. Debido a su uso como pigmento, en algún momento alguno lo calentaría hasta el punto de descomponerse, dejando libres pequeñas gotas del mercurio líquido.
Al principio, sería complejo deducir que se trataba de un metal, debido a su carácter líquido y su semejanza en color a la plata. Por ello, Aristóteles lo denominó, “plata líquida” y el físico griego Dioscórides, lo llamó “plata acuática”, hydrárgyros en griego, e hydrargirus en latín, debido a estos nombres el símbolo químico del metal es Hg. Por otro lado, el escritor romano Plinio, lo llamó plata viva (argentum vivum) motivo por el cual su nombre en inglés es “quicksilver” pues en inglés antiguo, “quick” significaba vivo. ¿Pero de dónde vino el nombre mercurio?


Bien, pues el nombre proviene de los alquimistas medievales, que como eran bastante incompetentes y no sabían muy bien lo que hacían, trataban de envolver de misticismo todo aquello que afirmaban para que resultará más complejo comprenderlo, y por lo tanto, desmentirlo. Como había 7 metales, y también 7 planetas, se trató de emparejar cada planeta con cada metal. Los cuatro planetas más brillantes por orden de resplandor eran: el Sol, la Luna, Venus y Júpiter (no hay que olvidar que la revolución copernicana no había llegado y se mantenía el modelo geocéntrico). Por lo tanto, se aparearon con el oro, la plata, el cobre y el estaño que representaban los 4 metales más preciosos por orden de valor. Marte, el planeta rojo, el dios de la guerra, era naturalmente el hierro, el cual era empleado para la fabricación de armas para las batallas (por eso el Dios romano de la guerra se llama Marte), y además, es el color característico de los óxidos de este metal. Saturno, al ser el más lento en su supuesta “órbita alrededor de la Tierra” se emparejó con el plomo, ya que representaba la pesadez y la torpeza; mientras que mercurio, que se mueve rápidamente de un lado al otro del sol, como las inquietas y móviles gotas de nuestro metal, se emparejó con mercurio, y de ahí su nombre.
Algunas de estas relaciones planeta metal, han perdurado en varios detalles como es el caso de la antigua nomenclatura del nitrato de plata, que se denominaba “cáustico lunar” (Luna-plata). Algunos compuestos de hierro empleados como pigmentos reciben los nombres de “amarillo de Marte” o “rojo de Marte” (Marte-hierro). También las intoxicaciones de plomo se denominaron por algún tiempo como “envenenamiento saturnino” o saturnismo (Saturno-plomo) actualmente conocido como plumbosis; pero solo una ha prevalecido con los años, y es la del mercurio, nombre que seguimos empleando tanto para el metal, como para el planeta.
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