Oppenheimer VS Heisenberg
Artículo basado en el libro: "El científico que derrotó a Hitler y otros ensayos sobre la historia de la ciencia" de Alejandro Navarro Yáñez.
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Si te digo que te pares a pensar en la mayor guerra moderna en la que se ha visto envuelta la humanidad, ¿cuál sería tu respuesta? Lo más probable es que se trate o bien de la Primera, o bien la Segunda Guerra Mundial, y es que sus propios nombres indican la envergadura del conflicto. Puede que la Primera fuese una batalla más encarnizada en donde el frente se movía apenas unos metros en semanas, y en dónde jóvenes de toda Europa moría hacinados en las pestilentes trincheras; pero fue la segunda donde ambos bandos empezaron a desarrollar las armas más mortíferas a las que se ha enfrentado el ser humano. Y es que en ambas Guerras Mundiales no sólo combatieron soldados, sino que también fue una guerra de intelectos en las que los científicos de ambos bandos se vieron envueltos. Recientemente, se estrenó la película Oppenheimer en la que se relataba el esfuerzo bélico estadounidense por desarrollar la primera bomba atómica, pero hace caso omiso de los esfuerzos del Eje (Alemania, Italia y Japón) por el desarrollo de esta arma. En este artículo analizaremos la carrera armamentística que los científicos realizaron por la elaboración de la bomba atómica.
Gran parte de los conocimientos que se desarrollaron en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en países como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos, pasaron a formar parte del acervo tecnológico de la humanidad, y se emplearon posteriormente en aplicaciones fuera del contexto bélico. De hecho, la ciencia avanzó varias décadas en el periodo de unos pocos años, algo insólito en el pasado. Desde el radar, hasta los aviones a reacción, pasando por extraordinarios avances en medicina, química e ingeniería, el progreso científico se manifestó de una forma impresionante. Pero entre todos estos avances, ninguno resulta tan fascinante como el desarrollo de la tecnología atómica. Aunque esta carrera la ganasen los aliados, poca gente es consciente de cuan cerca estuvo la Alemania nazi de fabricar una bomba nuclear bajo la dirección de Werner Heisenberg, sí el del principio de incertidumbre y en el que se basa el apodo del protagonista de Breaking Bad , uno de los físicos más brillantes del pasado siglo.
Esta historia comienza en 1905, de la mano de, como no, Albert Einstein. Como consecuencia de la formulación de la teoría de la relatividad especial, Einstein postuló una de las más afamadas fórmulas de la física moderna, E = m*c^2. El factor “c” hace referencia a la velocidad de la luz (300.000.000 m/s) que al elevarlo al cuadrado, hace que la masa de la materia (“m”) pueda transformarse en una cantidad de energía (“E”) desorbitada. Aunque físicos de la talla de Henri Becquerel o Marie Curie habían explorado el misterioso mundo de la radiactividad, no fue hasta los trabajos de Einstein cuando se asoció directamente la emisión de energía con la desintegración (con pérdida de masa) de materiales radioactivos. Gracias a los trabajos de Rutherford y Chadwick, se demostró la existencia del neutrón en el interior del núcleo, y Enrico Fermi demostró que los neutrones que se movían a bajas velocidades, penetran mejor en los núcleos. Unos años después, Lise Meitner y Otto Hahn lograron la fisión de átomos de uranio mediante el bombardeo con estos neutrones “lentos”, la era atómica había comenzado. En este proceso, como consecuencia de pérdida de materia, se origina una emisión de energía que corresponde exactamente con lo predicho por las ecuaciones de Einstein pero, además, este proceso de fisión emitía una serie de neutrones que, mediante un moderador (como el agua pesada*), podía generar la fisión de nuevos átomos de uranio, desencadenando una reacción en cadena. Pronto los científicos se dieron cuenta de que esto permitiría elaborar un explosivo de potencia inimaginable. Esto ocurría en 1939, y aunque se pensaba que el desarrollo de esta arma llevaría varias décadas, varios científicos del bando aliado intentaron alertar a sus gobiernos de los peligros que supondría que la Alemania nazi desarrollase semejante artilugio destructor. Al principio, estos avisos tuvieron poco efecto ya que, ¿era real la amenaza alemana? La verdad es que sí.


Aunque muchos científicos alemanes de ascendencia judía (Meitner o Einstein) habían abandonado Alemania, muchos de los mayores especialistas del mundo en física nuclear, permanecieron en el bando nazi. Físicos de la talla de Hans Geiger, Otto Hahn o el legendario Werner Heisenberg, aún trabajaban para la maquinaria bélica nazi. Con solo 31 años, a la edad a la que la mayoría de científicos comienzan sus carreras, Heisenberg ganó el premio Nobel de Física (1932). Aunque esta eminencia no fuese exactamente nazi, si que creía en la superioridad de los regímenes autoritarios y defendía a Hitler siempre que tenía ocasión. En 1940, el joven físico elaboró un informe sobre la viabilidad de fabricar una bomba atómica, haciéndose cargo de proyecto de construir el primer reactor nuclear alemán. Como ya se había demostrado que la bomba de fisión era posible con la cantidad suficiente de uranio-235 (isótopo fisible de uranio con una abundancia muy reducida en la naturaleza), Heisenberg se dedicó a obtener grandes cantidades de este material, para luego inundarlo del líquido moderador de neutrones (agua pesada*). Sin embargo, las primeras experiencias fueron negativas debido a la reducida cantidad de uranio-235 empleada. Mientras los prisioneros de los campos de concentración se dedicaban a extraer mayores cantidades de este material fisible (es tóxico), Heisenberg continuo con el desarrollo de su rector, y para 1942, los alemanes consiguieron un principio de reacción en cadena sostenible, el mundo nunca estuvo tan cerca de ser dominado por los nazis.
Francia había sido invadida (terminando con sus investigaciones) e Inglaterra estaba a la defensiva ante las acometidas del ejército alemán, por lo que la única potencia científica que quedaba para encargarse del proyecto era EE.UU. Gracias a los continuos avisos de varios científicos de la necesidad de desarrollar el proyecto antes que los alemanes, en 1941, en la víspera del ataque de Pearl Harbour, el presidente Roosevelt aprobó la asignación de fondos. Los norteamericanos se pusieron manos a la obra y tuvieron varias ventajas para imponerse en la carrera armamentística. En primer lugar, el odio judío permitió que muchas eminencias mundiales (Teller o Einstein) abandonasen Alemania y se involucrasen en la investigación. En segundo lugar, la inmensa industria estadounidense se puso al servicio de la guerra creando lo que en el futuro se conocería como “complejo militar-industrial”. Estos dos factores permitieron a los investigadores norteamericanos (y del resto del mundo) recuperar el terreno perdido. Para 1942, los militares pasaron a hacerse cargo de las investigaciones inaugurando el mundialmente famoso “Proyecto Manhattan”, cuyo mando logístico cayó en las manos del oficial Leslie R. Groves, mientras que el liderazgo del proyecto científico recayó en J. Robert Oppenheimer.


El general Groves y Oppenheimer
Oppenheimer no solo fue un físico excepcional, sino que orquestó el gran grupo de mentes brillantes involucradas en el proyecto, de una forma excelente, convirtiéndolo en un grupo eficaz y cohesionado. Para 1942, en Chicago Enrico Fermi consiguió la primera reacción en cadena sostenida empleando un reactor con grafito como moderador. Al otro lado del océano, Heisenberg se empezaba a quedar rezagado, sobre todo por las enormes inversiones económicas que requería el proyecto, y ya que no contaba con los medios de los que disponían sus rivales americanos. En sus informes a los altos mandos, Heisenberg se mostraba cada vez más pesimista y avisaba de que con el ritmo de la época, la bomba tardaría varios años en desarrollarse. Además, los ingleses, conocedores del proyecto, intentaron sabotearlo mediante diversas tácticas. Por ejemplo, mediante la destrucción de una fábrica en Noruega (ocupada por los alemanes) que proporcionaba el agua pesada necesaria como moderador. Esto dejó a Heisenberg sin el agua pesada requerida durante varios meses, retrasando, aún más si cabe, el avance del proyecto. El programa atómico alemán, ya casi abandonado, no consiguió recuperarse del golpe. Al mismo tiempo, los estadounidenses se enfrentan a serios problemas en su particular carrera, por lo que decidieron elaborar dos bombas distintas: una con el uranio-235 y la otra con plutonio. Esta última empleaba una serie de cargas explosivas convencionales, que se situaban de forma adyacente a la masa de plutonio, para una vez explotaran hicieran implosionar al material fisible. Finalmente, en 1945 se consiguieron fabricar 3 bombas. Una de ellas se empleó para llevar a cabo la famosa prueba de Alamogordo en Nuevo México, la primera explosión atómica de la historia. Con una fuerza de 20.000 toneladas de trinitrotolueno o TNT (20 kilotones), los que presenciaron la explosión sintieron un temor reverencial ante el poder de la naturaleza del átomo. Como Alemania se rindió ese mismo año, se planteó la posibilidad de emplear las 2 bombas restantes contra Japón, y aunque hubo una enorme controversia, los artífices del proyecto estuvieron de acuerdo en hacerlo. Algunos científicos como Leo Szilard (el único con 2 dedos de frente), solicitaron que la bomba se detonase en un lugar deshabitado, como advertencia, pero la propuesta fue denegada. De esta forma, con la autorización del muy dudosamente electo presidente Truman, a las 8 y cuarto del día 6 de Agosto de 1945, el célebre bombardero B-29 llamado “Enola Gay” dejó caer en la ciudad de Hiroshima a “Little Boy”, la bomba de uranio que mató a 145.000 personas en los primeros minutos, y a otras 50.000 por causa de los efectos de la radiación. Tres días más tarde (que necesidad…), la bomba de plutonio “Fat Man” fue arrojada sobre Nagasaki, matando a otras 70.000 personas. En pocos días, los horrorizados japoneses firmaron su rendición.
Heisenberg, que se había librado de un intento de asesinato orquestado por la OSS (precursor de la CIA), fue capturado en Suiza por los americanos, pero en un par de años, fue liberado y recibido en su país como un héroe nacional. Con la intención blanquear su imagen, pasó el resto de su vida tratando de desligarse del régimen nazi, mostrandose ambiguo en sus declaraciones y llegando a afirmar que saboteo a propósito el proyecto atómico alemán. Sin embargo, muchos historiadores de la ciencia dudan de que esto fuera realmente lo que ocurrió. Heisenberg y los suyos hicieron todo lo posible por alcanzar el éxito, y la única razón de que no lo lograrán fue la enorme dificultad del proyecto. Oppenheimer, por su parte, tampoco lo tuvo fácil, ya que debido a un romance con una militante de izquierdas, durante la persecución anticomunista del senador Mc Carthy, tuvo que abandonar su trabajo para el gobierno, pero pudo continuar con sus clases en la universidad.
* El agua pesada no es más que la forma común del agua, con dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, pero en vez de usar el isótopo común del hidrógeno (sin neutrones en su núcleo) se formula con el isótopo deuterio (átomo de hidrógeno con un neutrón en su núcleo).
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