¿Qué tan inteligente puede llegar a ser un animal?
Artículo basado en el libro: "Los dragones del Edén: especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana" de Carl Sagan.
6 min read


Estoy seguro de que la mayoría de los lectores conocen o han oído hablar de John Locke. Un filósofo empirista del siglo XVII, que entre otras cosas, propuso varias de las ideas impulsoras de la política liberal actual. Pero en este artículo no nos vamos a centrar en su figura, ni en sus ideas, sino en una de sus citas: “las bestias no pueden formular abstracciones”. Analizando la cita, desde una perspectiva propia, entenderemos las bestias como animales, y la capacidad de abstracción como inteligencia. Por lo tanto, podemos reformular la cita, con las concesiones mencionadas, como “los animales no son inteligentes”. ¿Cuánto de verdad hay en esta referencia?, tú, querido lector, ¿consideras que los animales no son inteligentes? me imagino que tu respuesta es negativa, y en este artículo reafirmaremos con creces tu postura.
Al hablar de inteligencia animal, me imagino que a todos os habrá venido a la mente un par de animales que consideráis inteligentes, y estoy seguro que entre los animales de ese grupo, hay uno que aparece recurrentemente, el chimpancé. Los primeros estudios sobre la inteligencia de los primates, son tan antiguos como el concepto de evolución, ya que fue Alfred Russel Wallace (codescubridor de la evolución por selección natural junto a Darwin) quien realizó estas primeras investigaciones con orangutanes, palabra que en malyao significa “hombre de la selva”. Wallace, al observar el comportamiento de una cría de orangután concluyó lo siguiente, “su conducta es exactamente la misma que la de un niño en circunstancias parecidas”. Sin embargo, con el paso del tiempo y el avance de la etología (ciencia que estudia el comportamiento animal), los animales entrenados e inteligentes, comenzaron a poseer nombre propios. Como el caso del etólogo Kohler y un chimpancé conocido como “Sultán”. Una de las grandes proezas del Sultán, se basó en el empleo de herramientas, como la capacidad de unir dos bastones para poder acceder a una recompensa que estaba fuera de su alcance. Otros compañeros de Sultán en el centro de investigación, mostraron capacidades tristemente muy humanas. Por ejemplo, el caso de dos chimpancés, en el que uno de ellos atraía a un polluelo mostrándole comida, para que al acercarse su compañero le propinara un golpe con un alambre que escondía a la espalda, tras esto, el primero volvía a mostrarle comida al pollito, y este ingenuo, volvía a caer en la trampa. No sé si el lector es consciente de la escena que acabo de relatar. Esta escena muestra que los chimpancés son capaces de engañar, de confabularse o cooperar y lo más triste de todo, son capaces de cometer actos de crueldad, actos malvados que no les propician ningún beneficio pero que afectan negativamente a terceros.


Chimpancés construyendo un soporte y cooperando en el centro de investigación de Kohler.
Si tratamos de definir cuáles de nuestras capacidades nos hacen inteligentes, seguro que muchos estaréis de acuerdo en que una de las más importantes, es el lenguaje. Para observar si los chimpancés eran capaces de desarrollar un lenguaje, tradicionalmente, los primates eran criados en una familia junto a bebés humanos, pero pronto se observó que para cuando los niños eran capaces de decir frases completas, a los chimpancés les costaba un gran esfuerzo articular una o dos palabras. Posteriormente, al observar que la faringe y la laringe de los chimpancés no estaban adaptadas para producir sonidos o articular palabras, el método de enseñanza del lenguaje cambió radicalmente. En vez de enseñar complejas combinaciones de sonidos, los psicólogos Beatrice y Robert Gardner tuvieron una idea maravillosa, decidieron enseñar a los chimpancés el lenguaje de signos. Mediante esta idea, enseñaron a varios primates hasta doscientos términos diferentes, y no solo eso, los animales consiguieron construir vocablos nuevos. Por ejemplo tenemos el caso de Washoe, uno de los alumnos más aventajados, que al observar un pato en un estanque, mediante signos indicó “pájaro de agua” algo que nunca se le había enseñado (las palabras pájaro y agua lógicamente si) e improviso en esa ocasión. Lana, otra de las alumnas, no había visto frutas con forma esférica que no fueran manzanas, y al ver a un cuidador comiendo una naranja, dijo mediante signos “manzana naranja”. Del mismo modo, Lucy, al comer por primera vez sandía expresó los signos de “bebida dulce” y “fruta líquida”, ¡asombroso! Pero la cosa va más allá, ya que estos chimpancés, no sólo relacionaban objetos o características concretas con signos, sino que eran capaces de utilizar símbolos fuera de su sentido literal. Por ejemplo, Washoe, al que se le enseñó el símbolo “sucio” siempre que hacia sus necesidades encima o en un mueble; en presencia de un macaco Rhesus con el que no se llevaba bien, repitió de forma continua “mono sucio” aun cuando el macaco no había hecho sus necesidades, ¡le estaba insultando! Aunque estos datos, sean sorprendentes por sí solos, lo cierto es que la capacidad comunicativa de estos chimpancés va aún más allá. Varios de estos primates, reconocen diversas reglas gramaticales y los sentidos de las frases. Cuando un cuidador le dijo a Lucy “Lucy abraza a Roger” la chimpancé abrazó al cuidador, pero cuando se le indicó con símbolos la frase “Roger abraza a Lucy”, el animal cogió el brazo del cuidador, y rodeo su cuerpo con él como si Roger le abrazase. Era capaz de diferenciar el sujeto que realiza la acción del complemento directo que la recibe, increíble. Además de esta asombrosa capacidad de lenguaje, Lana, Lucy y Washoe, también demostraron poseer otras capacidades muy humanas. Para que los chimpancés fueran capaces de desarrollar su lenguaje sin la necesidad de que hubiera cuidadores presentes, se programó un ordenador para que pudiese interpretar los símbolos que hacían. Este ordenador permitía escuchar diferentes tipos de música o incluso ver películas si los primates así lo solicitaban. Gracias a ello, descubrieron que los chimpancés disfrutaban de la música, y que preferían el Jazz al Rock. Del mismo modo, también observaron como mostraban una preferencia por las películas en las que aparecían otros chimpancés en vez de humanos, como en el caso de Lana, que había visionado una película titulada “Anatomía del desarrollo de un chimpancé” ¡más de 245 veces!


Washoe aprendiendo el lenguaje de signos con su cuidadora.
Algunos críticos con estas supuestas capacidades de los simios superiores, indicaban que los primates casi nunca se negaban a las proposiciones de sus cuidadores, y que era necesario una gran cantidad de entrenamiento y esfuerzo para hacerles aprender el lenguaje de símbolos (u otros que utilizan símbolos de una Tablet para comunicarse). Estos críticos argumentaban que no se trataba de nada innato y que no tenían ninguna clase de predisposición para el lenguaje. Por eso, se quedaron sorprendidos, cuando conocieron el caso de Kanzi, un bonobo nacido en cautiverio. Kanzi, no era uno de los sujetos de investigación sino que se trataba del hijo de Matata, bonobo a la que se estaba tratando de enseñar a comunicarse mediante un tablero electrónico con diferentes símbolos. El trabajo con Matata, no estaba siendo muy fructífero, por lo que un día fue trasladada a otro centro. Kanzi, sin haber recibido ni una sola sesión de entrenamiento (solo merodeaba por los alrededores cuando su madre estaba siendo entrenada) , cogió la Tablet, y con el uso de los símbolos adecuados, preguntó dónde estaba su madre. Kanzi, mostró una predisposición clara a la comunicación en esta situación, algo que silenció a los detractores de las capacidades comunicativas de los grandes simios. La inteligencia animal no solo está presente en los chimpancés y los bonobos (especies muy similares que son las que genéticamente más se asemejan a nosotros), pero en ellos es donde más brilla, los casos referidos a otros animales, los dejaremos para otro artículo, y por lo tanto, para otro libro.
Artículo basado en:





