¿Se puede resucitar un animal extinto?
Artículo basado en el libro: "Genes: Escribiendo el guion de la vida" de Adrián Villalva y Víctor García Tagua.
8 min read


En 1993, se estrenó en los cines una de las películas que mayor influencia ha tenido sobre los paleontólogos actuales a la hora de escoger su carrera profesional, Jurassic Park. Este film desencadenó un auténtico fanatismo por los dinosaurios y todo lo que tuviera que ver con ellos, en especial, entre la población más joven. La premisa de la película es muy sencilla, gracias al ámbar (una resina fósil) mosquitos de hace más de 66 millones de años se conservan de forma óptima. Como los mosquitos son hematófagos (se alimentan de sangre) existe la posibilidad de que se alimentasen de la sangre de los dinosaurios, y mediante una tecnología muy sofisticada se podría extraer el ADN para resucitarlos. Lógicamente, se trata de una película de ciencia ficción, cuyas ideas sería imposible llevar a cabo ¿o no? En este artículo analizaremos algunas de las técnicas que los científicos emplean a día de hoy para tratar de resucitar varias especies extintas.
Con la intención de devolver especies del pasado al presente, los científicos han empleado una serie de técnicas, de las cuales, la mayoría han sido desarrolladas hace pocos años. Sin embargo, una de estas técnicas (la primera que analizaremos) ha sido empleada por el ser humano desde los albores de la civilización: la cría selectiva. Esta técnica, se basa en cruzar individuos de una especie que muestran una serie de caracteres beneficiosos, y es el proceso mediante el cual hemos convertido al lobo, en todas las razas de perro que abarrotan nuestros parques. Mediante el uso de especies domesticadas, especies emparentadas e híbridos, somos capaces de devolver algunos caracteres del ancestro extinto. Un ejemplo de esta técnica se basa en tratar de “recrear” a los cuagas (Equus quagga quagga) una subespecie de cebra extinta en el siglo XIX. Para ello, mediante la cría selectiva, los investigadores intentan devolver el color pardo rojizo sin rayas en el lomo o los característicos cuartos traseros de los cugas, a las especies existentes. Aunque de esta forma se puedan recrear las características externas (fenotipo) de animales extintos, es muy poco probable que a nivel genético las secuencias de los genes que expresan estas características, sean idénticas. Por ello el genotipo (genes) de nuestros animales resucitados, no serían iguales a los de la especie original.


Representación de un cuaga (Equus quaga quaga)
Otra de las técnicas empleadas en esta curiosa tarea es la clonación. Si atendiste a las clases de biología, seguro que recuerdas el caso de la oveja Dolly. El proceso, por fascinante que resulte, es muy sencillo. Coges una célula del cuerpo (somática) de la oveja que quieres clonar, y le extraes el núcleo. Coges un óvulo (célula sexual) de otra oveja, le quitas el núcleo y le introduces el de la primera. Ese óvulo con el núcleo (información genética) de la oveja a clonar, lo implantas en el útero de la oveja de donde lo has extraído y en unos 5 meses, tendrás a Dolly. Muy sencillo. Aun así las empresas que clonan animales domésticos (perros y gatos sobre todo) te cobran una barbaridad. Puede parecer una técnica increíble, pero en el caso que nos atañe pierde mucha utilidad. El ADN se degrada tras unos 6,8 millones de años, pero a partir de 1,5 millones de años los fragmentos son muy pequeños para rescatar información. Se prevé que con la ayuda de las IA este periodo de recuperación se extienda a 2,5 millones de años, pero de momento ese es nuestro límite. Por suerte, las secuencias de genomas de especies extintas más antiguas que se han encontrado, son de 1,2 millones de años. Un genoma de mamut hallado en la zona de Krestovka (Rusia), donde el permafrost y el frío permiten la conservación del ADN. En esta capa de suelo permanentemente congelada, existe un enorme museo de especies detenidas en el tiempo. Los mamuts, rinocerontes y leones de las cavernas son solo algunos ejemplos de la fauna del permafrost siberiano. En su momento, investigadores japoneses, intentaron emplear un mamut de 28.000 años, para restaurar la actividad biológica del núcleo de células musculares e introducirlos en ovocitos (precursor del óvulo) de ratón. Las células no consiguieron dividirse, probablemente por el daño del ADN. También existen casos “exitosos”, como el del bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica) una subespecie de cabra montesa del Pirineo, que se extinguió en el año 2000. Lo único que hubo que hacer fue introducir núcleos de células del bucardo, en los óvulos de una cabra doméstica. Tras varios intentos, un primer clon nació, muriendo en pocos minutos, y convirtiendo al bucardo en la primera especie en extinguirse dos veces. También se ha empleado la técnica en especies en peligro de extinción (el caballo de Przewalski o el hurón patinegro americano) para aumentar la variabilidad genética entre la reducida población muy endogámica, una buena forma de favorecer la conservación.
Otra forma de “desextinguir” una especie, es la edición genética. Si tenemos el genoma de una especie emparentada, gracias a CRISPR (seguro que has oído hablar de ella) lo podremos ir reescribiendo para llegar al ADN de una especie extinta. El caso más sonado es el del mamut (Mammuthus primigenius) cuyo pariente más próximo sería el elefante asiático (Elephas maximus), ¿lo malo?, el genoma de ambas especies se diferencia en 1,4 millones de nucleótidos (A, C, G y T), entre los que hay genes que participan en la formación de más de 1.600 proteínas. Eso es muchísimo trabajo. Hay investigadores que aseguran que no son necesarios tantos cambios, solo habría que centrarse en los genes que expresen características que los distingan. Adaptaciones a las bajas temperaturas (como más pelo o orejas pequeñas y cola corta para evitar perder calor), diferente metabolismo de los lípidos y acumulación de grasa (con mayores reservas para combatir el frío y la escasez), y cambios en el ritmo circadiano (en Siberia en verano apenas hay noche), serían características indispensables para tratar de resucitar al mamut. Aunque haya una disponibilidad considerable de genomas de mamut, hay que tener cuidado con algunos de ellos, por qué varios pertenecen a grupos reducidos de mamuts (previos a su extinción) en los que ocurría la endogamia, junto con las mutaciones perniciosas que conlleva. Este no sería el único problema, el ADN no es lo único que hace a un ser vivo, hay que recordar que el fenotipo es la suma del genotipo y el ambiente. También debemos tener en cuenta a la microbiota, ya que la mayoría de seres vivos vivimos en simbiosis con una serie de bacterias. Estas poblaciones bacterianas varían de una población a otra, con lo que conocer la que pertenece a una especie extinta es bastante jodido. Diferencias en la microbiota pueden llevar a problemas digestivos o una mayor vulnerabilidad a las enfermedades, por lo que sería necesario estudiar las heces congeladas en el permafrost para conocer estas bacterias que poblaron los intestinos de las especies ancestrales. En la mierda está la solución. De hecho, esto nos debe recordar que debido al calentamiento global, el permafrost se está descongelando, lo que permite el afloramiento de restos animales con virus y bacterias peligrosos, no solo para otros animales, sino también para nosotros si el virus salta de especie. Y hablando de microorganismos, la “resurrección” de estos es algo frecuente ha día de hoy, gracias a su presencia en insectos atrapados por el ámbar. Incluso puedes comprar una cerveza en california, fermentada por una levadura de 45 millones de años. Aunque esta cifra se queda pequeña si la comparamos con una bacteria relacionada con el género Bacillus de 250 millones de años, que ostenta el récord de organismo más antiguo devuelto a la vida. Pero bueno, estábamos hablando de la desextinción de animales, no de bacterias. Además, todos los que he mencionado son animales extintos recientemente, y seguro que muchos no habías pensado eso al pinchar en este artículo, sino en los animales prehistóricos más fascinantes, ¿vamos a ver alguna vez un dinosaurio o no?


Representación del bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica) (Fuente: "Búfalos salvajes ovejas y cabras de todas las tierras, vivas y extintas" de Richard Lydekker).
Nunca podremos obtener ADN de dinosaurio ya que estará muy degradado (haciéndolo inservible) por muy bien que se conserve el fósil. Aun así, existe un proyecto para tratar de conseguir un dinosaurio. Esta titánica misión está en las manos de Jack Horner, paleontólogo conocido por ser el asesor de Spielberg en Jurassic Park y por descubrir que los dinosaurios nidifican en grupo y cuidaban a sus crías. Horner, sabe que no puede disponer de ADN de dinosaurio, pero si de su pariente más cercano, las aves. Como el pollo es un ave muy estudiado en genética y biología del desarrollo, fue usado por Horner para el proyecto, y predijo que en 5 años podría conseguir su pollosaurio, pero eso lo dijo en 2012. La “revolución reversa” que trata de hacer se basa en activar una serie de caracteres de dinosaurio que están silenciados en las aves, como por ejemplo: los dientes, las garras en las alas y la cola. Aunque el pollosaurio tenga los mismos genes que un pollo, se le cambia la expresión de éstos para tratar de recuperar los caracteres primitivos. Lo de los dientes ya se hizo en 1980 introduciendo tejido embrionario de boca de un ratón, en embriones de pollo. Aun así, un diente también tiene esmalte y dentina, por lo que se necesitaría editar los genes con CRISPR, para conseguir unos dientes verdaderos y funcionales. El caso de las garras tampoco debería resultar tan complejo. Las aves en su desarrollo embrionario tienen 3 dedos que luego se fusionan para formar el ala, bastaría con revertir ese proceso de fusión. Además, ya existe un ave en el que sus crías muestran esos 3 dedos para poder trepar, el hoatzin. Sin embargo, según Horner, lo que más se resiste es la cola. Un grupo de científicos ya colocó una prótesis en forma de cola en pollitos recién nacidos, y fueron observando como la posición de los huesos y la postura se iba modificando según crecía. Como en el desarrollo embrionario las aves si desarrollan cola, pero luego se ve reducida y sus huesos se fusionan, es posible estudiar los genes que intervienen en estos procesos para inactivarlos y hacer que nuestro pollo tenga cola. A pesar de todo, este pollosaurio no sería más que un pollo con características que nos recordarán a un dinosaurio, en ningún caso se comportaría como tal. Aunque sea triste, me temo que todavía tendremos que esperar para ver un dinosaurio, si es que lo vemos alguna vez.


Proyecto pollosaurio de Jack Horner (Fuente phylopic.org Soledad Miranda-Rottmann, Steven Traver y Rebecca Groom)
"Dios crea al dinosaurio. Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre. El hombre destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio"
Ian Malcolm en Jurassic Park.
Artículo basado en:





