Sexo anfibio y abrazos de rana

Artículo basado en el libro: "Sexo en la Tierra: Un homenaje a la reproducción animal" de Jules Howard.

6 min read

Cuando hablamos de reproducción sexual animal, la gente que no asistió a las clases de biología del instituto, cree erróneamente que siempre ocurre mediante la fecundación interna. Es decir, una transferencia directa de esperma desde los órganos reproductores de los machos, a los órganos reproductores internos de las hembras. Sin embargo, esta es una reproducción típica de mamíferos y aves entre otros, pero no representa la única forma de fecundación. Como la mayoría de los lectores ya habréis anticipado, también existe la fecundación externa, en donde la hembra realiza la puesta de huevos, y éstos son fertilizados por el esperma del macho sin necesidad de que sus órganos reproductores entren en contacto. Este método es algo más desconocido pero practicado por una gran cantidad de animales, como los anfibios. Por ello, este artículo se centrará en este tipo de reproducción (y sus rituales asociados) utilizando como referentes, a los anfibios más famosos de todos: las ranas y las salamandras.

Muchas especies de ranas, tras abandonar su sueño invernal con el inicio de la primavera, se dirigen hacia un estanque o lago para reproducirse. Esta es una de las razones del nombre de su clase, anfibio, ya que requiere que la reproducción se origine en el agua, porque sus huevos carecen de una cáscara rígida que retenga algo semejante al líquido amniótico de los huevos de reptiles y aves, pero con una consistencia gelatinosa. Al verse obligadas a congregarse en estanques que pueden ser pequeños, se genera una competencia exacerbada que acelera el proceso de selección natural. En esta época, las ranas hembras crecen de tamaño, ya que albergan en su interior cientos o miles de huevas. Por otro lado, los machos son más abundantes que las hembras, lo que estimula la competición, esto es debido a que las hembras una vez han realizado la puesta abandonan el estanque, mientras que los machos permanecen a la espera de nuevas pretendientas. Esta competencia extrema, ha provocado que los machos desarrollen una adaptación sexual muy interesante, el amplexus. Éste es un abrazo forzoso por detrás, en el que la hembra parece no participar. Las extremidades anteriores del macho, muestran unas callosidades conocidas como ventosas nupciales, en el primer dedo, que les permite mejorar su agarre. Este abrazo representa un regalo de la evolución que las ranas emplean para salir victoriosas ante tal cantidad de competidores. Pero esto no es el único método empleado por las ranas para mejorar su éxito reproductivo.

Otra de las características que emplean estos anfibios en el apareamiento, y que todos hemos oído alguna vez, es el croar de las ranas. Estos sonidos pueden tener diferentes aplicaciones, pero la principal se basa en atraer a las parejas sexuales, y a veces lo pueden hacer como verdaderos altavoces. El más escandaloso de todas las ranas, es el producido por la rana coquí una rana de Puerto Rico de color pardo. Esta rana croa en dos tiempos por una lado hace “co” que sirve para ahuyentar a otros machos, mientras que el “quí” sirve para atraer a las hembras. No obstante, algunos anfibios, se aparean en masas de agua en movimiento como ríos o torrentes, los cuales pueden ser muy estruendosos. En estos casos, producir sonidos no parece muy útil. Por ello, algunas especies de rana atraen a sus parejas sexuales a través de señas, como por ejemplo levantando la pata, muy similar a los humanos cuando saludamos a alguien al otro lado de la acera. Otras especies como la rana Otton (Babina subaspera) han desarrollado un dedo extra (pseudo pulgar) que concluye en un afilado aguijón, y les sirve para pinchar a sus competidores y alejarlos. Estamos viendo que los machos parecen los únicos con un rol activo en la relación, ya que son ellos los que tienen que atraer a las hembras y alejar al resto de machos con mecanismos muy variopintos, pero, ¿qué hacen las hembras?

En primer lugar, es cierto que las ranas hembra tienen que cargar con los machos a sus espaldas durante el amplexus, pero no poseen voces potentes para croar, ni realizan señas para atraer a los machos, o aguijones para competir con el resto de hembras, entonces, ¿qué hacen? La respuestas es sencilla, eligen. Aunque parezca que es un rol pasivo, las ranas deciden aparearse con el más alto croa para que su descendencia tenga más posibilidades de aparearse. Lo mismo ocurre con el abrazo, ya que en ocasiones suelen pasear al macho abrazado por si resulta que haya otro que lo pueda soltar y proporcionar un abrazo más fuerte, de esta manera se aseguran de que su prole tenga la capacidad de realizar un amplexus fuerte. Aun así, es cierto que en determinadas especies, como las del sapo partero (que es una rana), debido a las actividades paternas del macho (rodea la puesta de huevos con sus ancas para evitar que se sequen) son las hembras las que compiten. Es más, en el caso del sapo partero ibérico, es la hembra la que canta para encontrar pretendientes.

Aguijón del pseudo pulgar de la rana Otton

Por otro lado, cambiando de anfibio, las salamandras hembra, tienen la suerte de que son capaces de absorber paquetitos de esperma conocidos como espermatóforos. Esta pequeña diferencia anatómica permite a las salamandras realizar una fecundación interna, y que los roles en el apareamiento sean muy distintos. En las salamandras, no hay ventosas nupciales, ni nada por el estilo, ya que no practican el amplexus. Pero deben realizar rituales de apareamiento en los que los machos se pavonean con sus crestas y movimientos sugerentes (al menos para las hembras de salamandra). De esta forma, tras situar el espermatóforo en el suelo, los machos tratan de convencer a las hembras de que pasen por encima y lo absorban, quedando fecundadas, y permitiendo a los machos ir en busca de nuevas parejas de baile. Sin embargo, las salamandras gigantes, no son como las otras especies de salamandra, ya que emplean la fecundación externa al igual que las ranas. Es decir, son las hembras las que realizan la puesta de los huevos sobre los que los machos vierten su esperma. Con objetivo de atraer a las hembras, los machos preparan una serie de madrigueras, en las cuales las hembras realizan su puesta, buscando aquella madriguera que resulte más óptima para un buen desarrollo de las crías. En ocasiones, los machos más grandes y más solicitados pueden preparar varias madrigueras a la vez con el afán de reproducirse con varias hembras. Sin embargo, si no son capaces de custodiarlas todas, corren el peligro de que otros machos entren trompa tras la puesta de huevas y todos ellos depositen su esperma sobre la misma, echando a perder toda la preparación de la madriguera.

Como se ha observado son muchas y muy variadas las formas de reproducción de los anfibios, a cada cual más extravagante. Por ello, la próxima vez que una noche de verano oigas croar en las mediaciones de un estanque, coge una linterna y vete a observar estos interesantes rituales de apareamiento. No creo que nadie te tache de voyeur.

Artículo basado en: