Si no tienes enemigos... ¡Invéntatelos!
Artículo basado en el libro: "Así se domina el mundo: Las claves del poder mundial" de Pedro Baños.
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Desde los inicios de la civilización humana, cualquier grupo de personas ha mostrado en mayor o menor medida la necesidad de tener un enemigo o un adversario. Teniendo en cuenta una perspectiva psicológico-evolutiva, esto podría ser beneficioso para el grupo, ya que mediante un enemigo se puede mejorar la cohesión interna, y mostrar un objetivo común contra el que aunar los esfuerzos del grupo. Además, los grupos rivales y aquello con lo que los identificamos, ayudan a la construcción y el establecimiento de la identidad propia.
La existencia de una amenaza (real o irreal) frente a una sociedad, es un buen mecanismo para que la clase dirigente, establezca un control riguroso (incluyendo el recorte de derechos y libertades) y una manipulación sobre los integrantes del grupo. Sólo hay que observar las estrictas regulaciones impuestas durante la pandemia del COVID-19. Además, esta amenaza contra la existencia de un grupo, promueve la solidaridad entre sus miembros, y mantiene al pueblo unido, la cual es otra de las finalidades de tener enemigos. Esto suele ser más típico en regímenes autoritarios, pero puede darse en cualquier sociedad. En el caso de Corea del Norte, en donde se adoctrina a su población para que tengan miedo ante un ataque estadounidense, con lo que se mantiene la sociedad unida frente al enemigo común. Esta necesidad de un adversario, también puede emplearse para conservar al enemigo ya existente. Esto se pudo observar en el contexto de las Guerras Púnicas (264 a.C. - 146 a.C.) cuando Catón el Viejo animó a su pueblo a ir a la tercera guerra contra Cartago. Sin embargo, se encontró con una férrea oposición en el senado por el grupo conocido como los Escipiones, que alegaban que en caso de que Roma obtuviese una victoria, ya no tendría enemigos, y por lo tanto el pueblo se relajaría ante la tranquilizante situación de paz, abandonando así, su disciplina y austeridad. Es decir, es necesario que haya un contrincante en la competición, sin él, no hay por lo que competir.


Uno de los maestros en el empleo de esta estrategia geopolítica basada en la creación o mantenimiento de un enemigo (a veces de forma inventada), es la OTAN. En sus orígenes (1949) tenía un sentido de existencia ya que se trataba de una organización militar representante del bloque capitalista, para hacer frente al bloque comunista (URSS) que realizó una acción similar mediante el pacto de Varsovia (1955). Sin embargo, con la desaparición del pacto (1991) y la caída de la URSS, la OTAN, dejó de tener razón de existencia, e incluso se salieron de su marco físico de actuación, acordado en su tratado de creación (artículo 6 del tratado de Washington 1949, y consideraron que tenían potestad para actuar en todo el mundo. Para poder justificar sus actividades, era necesaria la creación de un enemigo común, y ese enemigo fue el mayor representante del antiguo bloque comunista, Rusia. El objetivo de Washington al establecer a Rusia como enemigo común es triple: contener a la superpotencia que representa este país, que sus aliados se subordinen y pidan protección (o mejor le compren armas) y evitar la alianza Rusia con UE, lo cual dejaría a Estados Unidos en un segundo plano internacional, si no lo ha hecho ya China. Por ello, desde Washington se ha tramado un proceso de cercamiento a Rusia, mediante la unión de sus países vecinos a la OTAN y la instalación de bases militares en esas regiones. Todos los países integrados en la OTAN desde la caída del bloque comunista son de Europa del Este. Debido a este hostigamiento, las tensiones entre Ucrania (que también quiso adherirse a la OTAN) y Rusia fueron creciendo hasta el desencadenamiento de la guerra.
Otro de los factores que justifica la invención de enemigos como estrategia geopolítica, se centra en los intereses de la industria militar. Es decir, si no hubiese enemigos, no habría conflictos, y sin conflictos, no son necesarias las armas, por lo tanto, la industria militar necesita de confrontaciones si no quiere caer en la bancarrota. Esto es lo que ocurre con los enemigos declarados de Estados Unidos; Irán y Corea del Norte. Al tildar estos países como antidemocráticos y peligrosos, los países de la región sienten temor ante las posibles acciones que puedan llevar a cabo, esto les hace entrar en una desenfrenada carrera armamentista, para poder sentirse a salvo. Este es el caso de Arabia Saudí que fue el segundo mayor comprador de armas del mundo entre 2012-2016 solo por detrás de la India, país con 40 veces más población. También está el caso de Emiratos Árabes Unidos que en el periodo mencionado, fue el tercer mayor comprador del mundo, o el caso de Corea del Sur, que fue el décimo. De esta forma, con la invención o demonización de enemigos como Irán y Corea del Norte, la industria militar se lucra de forma desmedida. ¿Y quién es el principal suministrador de armamentos a esos países? Efectivamente, Estados Unidos, siendo Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur, tres de sus cuatro mayores compradores de armas. No se trata de guerras, son negocios.


Por último expondremos un caso de demonización del enemigo con la intención de obtener un juicio favorable de la opinión pública. Se trata del caso del ex-dirigente libio Gadafi. Es conocida por todos la Primavera Arabe de 2011, en donde hubo manifestaciones masivas a lo largo de diversos países árabes, reivindicando reformas sociales. En Libia, se llevaron a cabo violentas represiones de estas manifestaciones, lo cual preocupó a la OTAN, pero para poder llevar a cabo la incursión que tuvo en el conflicto, era necesario que la opinión pública estuviese de su parte. Con la intención de buscar una posición favorable, periódicos como el Daily Mail, el segundo periódico más leído de Inglaterra, publicaron reportajes en los que se indicaba que las fuerzas de Gadafi, disponían de armas químicas y biológicas que iban a emplear contra los rebeldes. Estas armas nunca fueron utilizadas ni contra los rebeldes ni contra el ejército de la OTAN, ni siquiera se encontró nada semejante. Además, este tipo de artículos, remarcaron las estrechas relaciones que mantenía el dirigente Libio con países como Corea del Norte o Irán, que habían sido considerados como el “Eje del Mal” por la administración Bush. En esta campaña de desprestigio, también se observó a partir de la información recabada por varios emails filtrados de Hillary Clinton durante su campaña presidencial; que se había expandido el rumor de que las milicias libias perpetraron violaciones masivas y Gadafi repartía viagra entre sus soldados. Rumor que como indicaba en el email, era mentira y solo se había empleado para obtener el apoyo de la opinión pública. De esta forma, con la creación de un enemigo casi inhumano, se consiguió la aceptación de que la OTAN interviniera en el conflicto. Con esta y otras muchas estrategias rastreras, la OTAN ha conseguido generar un bloque militar de una hegemonía sin igual (a excepción de Rusia y China) que actúa más como un aparato generador de conflictos (guerra ruso-ucraniana) que como un instrumento para apaciguarlos.
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