Un asesino múltiple, bebes y gatitos

Artículo basado en el libro: "Blanco o negro: como vencer al cerebro y escapar del pensamiento binario" de Kevin Dutton.

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Resulta muy curiosa la pasión que generan las novelas negras y las películas de thriller psicológico entre el gran público. Sobre todo, teniendo en cuenta que se basan en horribles asesinatos que la audiencia de estas historias jamás podrá observar. Entre las películas de este género, una de las reinas indiscutibles, es la afamada y galardonada "El silencio de los corderos". Si el lector ha realizado un visionado de este film, es muy posible que recuerde a un variopinto personaje secundario, encargado de identificar a la polilla que las víctimas de Buffalo Bill presentaban en su garganta, el doctor Pilcher. Bien, a continuación relatare una historia sobre una entomóloga análoga a este personaje, ya que consiguió resolver un caso de un asesinato múltiple.

Corría el año 2003, una calurosa mañana de julio la familia Harper, compuesta por la madre Joanie, sus tres hijos y la abuela Earnestine, acudieron al servicio religioso de la pequeña iglesia de su barrio. Tras la ceremonia, su intención era volver a casa a comer, tomar un pequeño descanso, y acudir de nuevo al servicio religioso de la tarde; sin embargo, la familia nunca acudió. Varios días después, una amiga de Joanie, preocupada ya que no había vuelto a saber de ningún miembro de la familia, acudió a casa de los Harper. Pocos minutos después, una angustiosa llamada al teléfono de emergencias, servía como preludio para la macabra escena de violencia que los agentes de policía encontrarían al acudir al domicilio. Joanie, se encontraba en su dormitorio, boca abajo, había recibido 5 disparos (3 en la cabeza) y 7 puñaladas. El primogénito de 4 años de edad, también se encontraba en su dormitorio, con una herida de bala en la cabeza, y las yemas de los dedos mordidas hasta el hueso por un ataque de pánico. La hija mediana, de tan solo 2 años de edad, fue hallada a los piés de la cama con una herida de bala en la espalda. Earnestine, la abuela, fue encontrada en el pasillo con dos disparos a bocajarro en el rostro. Por último, el más pequeño de los Harper, de tan solo 6 semanas de vida, aunque al principio se consideró desaparecido, fue hallado en el dormitorio de la madre, junto a ella, con un disparo en la espalda. El macabro asesinato múltiple que conmocionó a toda la ciudad, provocó que la investigación policial se desarrollará a un ritmo frenético, encontrando rápidamente al principal sospechoso, el marido (separado) de Joanie y padre de los tres pequeños, Vicent Brothers.

Foto de la ficha policial de Vicent Brothers.

Vicent había sido previamente condenado a 6 días de prisión por maltrato a su primera esposa. Su segunda esposa, alegando que Brothers era una persona violenta y había amenazado con matarla, solicito el divorcio, y varios años después de ello, una empleada del colegio en el que el señor Brothers trabajaba como subdirector, denunció a Vicent por acoso sexual, pero la policía no interpuso cargos debido a que representaba un “modelo de conducta” para la comunidad. Toda esta información era completamente ignorada por parte de Joanie. Atendiendo a los antecedentes, era muy plausible que Vicent fuera culpable, por lo que se le arrestó acusándolo de 5 asesinatos en primer grado. Sin embargo, Brothers se declaró no culpable, centrando su defensa en la coartada de la geografía, ya que el día de los hechos, supuestamente se encontraba a 3.000 km, visitando a su hermano; visita que por cierto, llevaba 10 años sin realizar. Las únicas pruebas que avalaban su lejana presencia, se basaban en un contrato de alquiler de un vehículo, unos recibos de la tarjeta de crédito al adquirir una serie de artículos en una tienda y el testimonio de su hermano. Aun así, las pruebas que defendían su coartada eran poco sólidas, y pronto demostraron ser falsas. El alegato del hermano, no resultaba muy veraz debido al parentesco; en las grabaciones de la tienda se observó como el que había realizado las compras en realidad fue el hermano, quien falsificó la firma del supuesto asesino múltiple. Por lo tanto, sólo quedaba el coche, y lo cierto es que el cuentakilómetros de este vehículo, sí que mostraba un posible viaje de ida y vuelta de 3.000 km. Sin embargo, el auto podía haber recorrido esta distancia en cualquier otro trayecto, por lo que era necesario comprobar que el vehículo efectivamente había realizado ese largo viaje, pero, ¿Cómo hacerlo?

Todos los que hayáis realizado algún viaje a lo largo de carreteras campestres, seguro que habéis observado la presencia de desdichados insectos aplastados contra el parabrisas. Pero estos insectos no sólo hallan su final en esta parte de los coches, sino que muchos de ellos acaban en el radiador frontal del vehículo, situado tras el parachoques para disipar el calor generado por el motor. Con la intención de dilucidar el asunto, los agentes encargados de la investigación, decidieron presentar el radiador del vehículo a una eminente entomóloga, que en base a los insectos (principalmente sus partes) hallados en el radiador, podría determinar si el coche realmente había estado donde Vicent decía que había estado. Las pruebas de entomología forense mostraron que el viaje que en realidad había realizado el coche no era el que Brothers afirmaba, ya que se encontraron especies endémicas de regiones al este de la ciudad cuando su hermano vivía en dirección oeste. De esta forma la única prueba (circunstancial) que le quedaba a la defensa, fue desmontada. En mayo de 2007, un jurado dio el veredicto de culpable a Vicent por el asesinato de su esposa, sus tres hijos y su suegra. El juez rechazó la cadena perpetua no revisable y condenó a muerte a Brothers. En una entrevista posterior a la entomóloga en cuestión, al preguntarle si sentía alguna clase de responsabilidad por la muerte de Brothers (sus pruebas habían sido determinantes), ésta negó aludiendo que se había limitado a hacer su trabajo, solo había hecho lo que hacía todos los días como entomóloga, ordenar cosas en cajas.

¿Cuál es la razón de que el ser humano sienta una obsesión obstinada por “ordenar cosas en cajas”?, ¿qué nos provoca esa necesidad de categorización, ese “instinto de categorización”? Bien, resulta que en la misma universidad en la que trabajaba nuestra detective entomóloga, otra investigadora en psicología (Lisa Oakes) se hacía estas mismas preguntas. En especial su estudio trataba de determinar si ese instinto era algo aprendido, o por el contrario era algo innato. Por lo tanto, para poder realizar el estudio no existen mejores sujetos de investigación que los bebés de corta edad, concretamente, en el estudio de Lisa se emplearon recién nacidos de 4 meses de vida. En el experimento se mostraba a estos bebés imágenes de gatos en dos pantallas de ordenador, dispuestas una a lado de la otra. Se mostraban parejas de gatos simultáneamente durante unos 15 segundos. Al mismo tiempo, los investigadores registraron la cantidad de tiempo que cada bebe empleaba en observar los diferentes gatos. Empleando estos registros como una medida estándar de novedad. Cuando los gatos mostrados (unas 6 parejas) ya eran conocidos para los bebés, es decir, cuando su tiempo de atención decaía, venía el truco. En ese momento se introducía un nuevo gato o un perro, animales muy similares para la percepción de un recién nacido (peludos, de 4 patas, con cola…). La hipótesis resulta lógica, si los bebés dedican un mayor tiempo a la observación del perro que del gato nuevo, eso significaría que ven al perro como más diferente que el gato nuevo; es decir, sus cerebros procesarían a los perros de forma distinta que a los gatos (en categorías diferentes). Aun cuando su contacto con ambos animales había sido mínimo o inexistente. Los resultados confirmaron la hipótesis, a pesar de la semejanza, de no haber visto antes a otros perros y gatos y a pesar de no conocer las palabras “perro” y “gato”; los niños miraban durante más tiempo a los perros que a los gatos nuevos. Es decir, el cerebro, con apenas 4 meses de vida ya categoriza aquello que observa, ordenando su mundo exterior en cajas.

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