¿Qué dice el tamaño de nuestros testículos sobre lo fieles que somos?
Artículo basado en el libro: "Nuestro cuerpo: Siete millones de años de evolución" de Juan Luis Arsuaga.
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En el primer estudio comparativo sobre órganos sexuales (testículos y pene) realizado por Adolph Schultz en 1932, se llegó a la conclusión de que existían diferencias de tamaño al comparar a los primates superiores; es decir, monos con cola, simios sin ella y los humanos. El estudio demostró que en estos grupos de animales, el tamaño de los testículos aumentan más despacio que el cuerpo, y tienden a ser proporcionalmente más pequeños conforme aumenta el tamaño del primate. Tras eliminar mediante procesos matemáticos el efecto de la talla, se observa que el tamaño de los testículos está relacionado con la vida social de la especie; lo cual como veremos tiene mucha lógica evolutiva, ya que aunque la evolución no busca, encuentra.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el tamaño de los testículos está relacionado con la cantidad de espermatozoides que producen, a mayor tamaño, mayor cantidad de esperma. Por lo tanto, resulta lógico que aquellas especies en las que las hembras se reproducen con varios machos durante la ovulación (como los chimpancés) los machos produzcan mayor cantidad de esperma. Esto se debe a que se origina una competencia espermática, en donde la eyaculación que mayor número de espermatozoides haya producido, tendrá más oportunidades de fecundar el óvulo, y a la larga, el que más eyacule tendrá más hijos (no es directamente así, pero se entiende la idea). Estos hijos (los masculinos) heredarán la capacidad del padre de producir mayor cantidad de espermatozoides, al igual que los hijos de los hijos, de forma que el carácter se propagará por la especie. De esta forma, de generación en generación, se promoverá una mayor producción espermática, y por tanto el desarrollo de unos testículos de mayor tamaño.
En las especies que se organizan con grupos en los que aparece un solo macho con un harén de hembras y los hijos de éstos (como los gorilas), cuando una hembra es sexualmente activa, el macho del grupo se aparea con ella, sin temor a que existe una competencia espermática, ya que no hay más machos reproductores en el grupo. De este modo, el desarrollo de grandes testículos (aumento de la producción espermática), no será promovida por la evolución, por lo que estas especies tenderán a tener testículos más pequeños. Por otro lado, al igual que ocurre en las especies organizadas en grupos basados en la poligamia (chimpancés), lo mismo ocurrirá con especies que se basan en la monogamia.


Estos son los motivos por los que los chimpancés y los bonobos tienen un mayor tamaño de testículos que los seres humanos, los orangutanes y los gorilas (en ese orden). Tener testículos de mayor o menor tamaño (proporcionalmente al cuerpo) entre los primates superiores, también nos aporta información sobre la diferencia de tamaño entre machos y hembras (dimorfismo sexual)de una misma especie, ya que suelen ser características que pueden ir ligadas. Si los machos son de un tamaño considerablemente mayor que las hembras, esto se debe a que el nivel de conflictividad entre los machos es elevado como en el caso de los gorilas y los orangutanes, que se organizan en grupos polígamos (un macho con varias hembras). Esto evolutivamente tiene mucho sentido, ya que machos grandes serán capaces de mantener grandes harenes. Además, si un macho presenta un gran tamaño y fortaleza física, será capaz de luchar con otros machos para acaparar hembras, de modo que el macho de mayor tamaño que salga vencedor y presente una descendencia más numerosa que albergue los caracteres de su tamaño y fortaleza, haciendo que se transmita en generaciones sucesivas y se promueva entre la población. Por otro lado, en los gibones las diferencias de tamaño son casi inexistentes, lo que a su vez es explicado por la organización monógama de sus parejas. Luego, también existen formas en las que hay variaciones en el tamaño de machos y hembras, no tan marcadas como en los gorilas, pero muy superiores a las de los gibones. Un ejemplo podríamos encontrarlo en los papiones egipcios; que viven en grandes grupos para dormir o para viajar, pero se subdividen en familias formadas por un macho y unas pocas hembras. Estos, además de presentar marcadas diferencias de tamaño entre sexos, al no haber mucha competencia espermática, son los papiones los que menor tamaño testicular presentan, aunque son superiores a los humanos (proporcionalmente).
Esto nos permite aventurarnos sobre qué tipo de organización social mostraban algunos de nuestros antepasados como los australopitecos. A pesar de presentar pocas pruebas (pocos fósiles completos y en buen estado), se observa que los australopitecos mostraban una mayor diferencia entre sexos que la nuestra, y que esta se redujo a partir del Homo erectus. De esto se puede deducir que tenderían a la poliginia en cierto grado como los papiones. Del mismo modo, estudios comparados entre sociedades humanas “primitivas” muestran que la práctica de la poliginia está bastante extendida entre diferentes culturas, aunque no todos los hombres eran polígamos sino que aparecía la poligamia y la monogamia simultáneamente, por lo general dependiendo de los recursos económicos de los hombres.


Otra de las características que también se suele estudiar a la hora de observar los dimorfismos sexuales de machos y hembras, son los caninos, ya que en los primates con elevada conflictividad entre machos (que suelen ser polígamos), los colmillos suelen ser mayores en los machos que en las hembras. En nuestro caso, el Homo sapiens, las diferencias son apenas perceptibles, pero existen, ¿desde cuándo son pequeñas estas diferencias? Un estudio de Gen Suwa, demostró que desde Ardipithecus ramidus los caninos del macho ya eran pequeños, y su talla era inferior que en los bonobos (la diferencia más pequeña entre los grandes simios vivientes). Los bonobos, muestran una biología social en la que las hembras se asocian en grupos para dominar a los machos, que muestran una agresividad muy inferior a sus parientes más cercanos, los chimpancés. Mientras que los chimpancés viven en sociedades patriarcales en las que las violaciones y los infanticidios son recurrentes; los bonobos viven en sociedades matriarcales en las que estos crímenes a penas se cometen (consultar artículo). En el estudio también se concluye que la reducción del tamaño de los colmillos de nuestra especie, se originó coincidiendo con la adquisición de la postura bípeda, cuando las hembras establecieron una selección sexual sobre los machos menos agresivos. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que la reducción del tamaño de nuestros colmillos se produjese debido al acortamiento de nuestra cara. En esta situación, los colmillos estaría más cerca de nuestros molares, por lo que unos caninos grandes entorpecerían la masticación. Es decir, las conclusiones referidas al dimorfismo de los colmillos, no tiene por qué explicar en absoluto la organización de las sociedades primitivas, pero como ya hemos visto, el tamaño de los testículos sí.
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