Si soy hombre... ¿Para qué tengo pezones?

Artículo basado en el libro: "Brontosaurios y la nalga del ministro" de Stephen Jay Gould.

3 min read

Si nos fijamos en una de los principales dimorfismos sexuales (diferencias entre los machos y las hembras de una especie) en el ser humano, todos estaremos de acuerdo en que los más prominentes a simple vista son los pechos. En el caso de las hembras de mamíferos, los pechos son necesarios para amamantar a las crías durante la época de lactancia, pero fuera de este periódo, la prominencia de los mismos no es aparente, exceptuando el caso del ser humano donde se han desarrollado cúmulos de grasa en esa región. El papel de los pechos, y sobre todo de los pezones (conducto por el que se libera la leche) queda pues demostrado en el caso de las hembras; pero, ¿qué hay de los pezones de los machos?, ¿Cómo surgieron a lo largo de la evolución si carecen de función conocida? Trataremos de responder a estas preguntas y algunas otras a lo largo del artículo.

Uno de los primeros científicos encargados de abordar este tipo de cuestiones, fue Erasmus Darwin, abuelo del famoso Charles Darwin, en su libro Zoonomia. Como su nieto todavía no había desarrollado la teoría de la evolución por selección natural, Erasmus mostraba una tendencia al lamarckismo para explicar los procesos evolutivos. Es decir, los mecanismo evolutivos propuestos por Erasmus residen en la herencia de los caracteres útiles y se basa en el concepto de utilidad penetrante. Según Erasmus, las nuevas estructuras biológicas surgían cuando se las necesitaba y mediante un esfuerzo orgánico. El clásico ejemplo de ello es el de las jirafas cuyo largo cuello ha sido desarrollado para poder alcanzar las hojas más altas de los árboles. Para el abuelo de Darwin, solo existía una excepción a su principio, los pechos de los machos de mamíferos a los que no puede asignarse ninguna utilidad. Tratando de explicar esta hipótesis, propone dos posibles soluciones: en primer lugar, que los pezones masculinos sean el vestigio de alguna utilidad previa desconocida; y en segundo lugar, que los machos puedan amamantar, para lo cual cita los fluidos lechosos producidos en el buche (una bolsa del tubo digestivo de algunas aves) de las palomas macho. Sin embargo, uno de los errores en los que cayó Erasmus (y el lamarckismo), reside en presuponer que todas las estructuras biológicas presentes en un organismo muestran cierta utilidad.

Retrato de Erasmus Darwin, abuelo de Charles Darwin (Fuente: INVDES)

Para comprender mejor este dilema, nos centraremos en las reglas de crecimiento y del desarrollo. Las diferencias externas entre machos y hembras se desarrollan gradualmente desde el embrión temprano, en el cual es difícil determinar el sexo. Por ejemplo, el clítoris y el pene son órganos idénticos en su etapa temprana, pero el pene aumenta de tamaño en los fetos masculinos por la acción de la hormona testosterona. Del mismo modo, los labios mayores de las vaginas son la misma estructura indistinguible (en el embrión temprano) de la bolsa escrotal, pero en los fetos masculinos se agrandan, se repliegan y se fusionan a lo largo de su línea media. Por lo tanto, aunque machos y hembras hayan sido modelados independientemente por la selección natural, ambos sexos son variantes de un mismo proyecto que va diferenciándose en la embriología posterior. Es decir, los machos de los mamíferos muestran pezones básicamente porque las hembras los necesitan, y la ruta embrionaria hacia su desarrollo está presente en todos los fetos de mamíferos, que aumentan de tamaño en las mamas de las hembras humanas pero permanecen reducidas y sin utilidad en los machos. Al igual que los machos muestran pezones porque tienen una utilidad en las hembras, las hembras tienen orgasmos (orgasmo clitoirídeos) porque estos muestran una utilidad en los machos , pero los aspectos de estas cuestión los analizaremos en otro artículo.

Artículo basado en: