Zimbabue, un nido de ratas corruptas
Artículo basado en el libro: "Autocracia S.A.: Los dictadores que quieren gobernar el mundo" de Anne Applebaum.
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Esta historia comienza con Uebert Angel, un pastor evangélico y empresario de Zimbabue que predica el evangelio de la prosperidad: curaciones, profecías, asesoramiento financiero… un vendehúmos de manual. En su página web aparecen enlaces a diversos proyectos, entre los que destacan la Academia de Millonarios, que enseña los aspectos fundamentales de hacerse millonario, así como un un retiro profético en el que (previo pago) los participantes vivirán la experiencia de “Verse cara a cara con el profeta de Dios, del cristianismo y de esta última dispensación, el profeta Uebert Angel”. En su página web y redes sociales se vanagloria de predecir erupciones volcánicas, accidentes de avión e incluso las victorias del equipo de fútbol Manchester United. También ha publicado más de una decena de libros, entre ellos “Cómo oír la voz de Dios”, “Cómo vencer al demonio de la pobreza” o “El mayor secreto que Dios me contó acerca del dinero”. Sin embargo, en 2023 salió a la luz una faceta de Uebert desconocida, publicada por Al Jazeera en un documental de 4 capítulos titulado “Gold Mafia” (la mafia del oro).
En la serie documental se describen varias tramas solapadas de contrabando ilegal de oro, algunas de ellas, estrechamente relacionadas con el partido gobernante de Zimbabue y su presidente, Emmerson Mnangagwa. En una de estas tramas, los funcionarios del aeropuerto eran sobornados para que hicieran la vista gorda mientras esta mafia trasladaba lingotes de oro a Dubai en su equipaje de mano. Este oro pertenece a personas que lo han robado o que no pueden venderlo legalmente a causa de sanciones internacionales. Uebert fue filmado por una serie de periodistas que él tenía por empleados de un multimillonario chino, y en estas filmaciones aparece una en un papel distinto al de profeta. Después de ser nombrado “embajador itinerante” de Zimbabue por el presidente, en teoría para atraer inversiones y comercio al país, Uebert aprovechó su inmunidad diplomática para facilitar el clásico blanqueo de dinero. El dinero en metálico obtenido de la venta del oro en Dubai se transfiere a las cuentas bancarias de organizaciones criminales. A continuación, estas organizaciones entregan una cantidad equivalente de dinero “sucio” al Gobierno de Zimbabue. El asistente personal de Uebert, otro pastor evangélico que también fue filmado a escondidas, afirmó que el presidente Mnangagwa se asegura de que la trama no fracase. Este asistente ofreció al periodista de Al Jazeera (que creía empleado de otro multimillonario chino) una reunión con el presidente por el módico precio de 200.000 dólares.


Uebert Angel en Londres (Fuente: Wikipedia)
En el documental, junto con Uebert Angel y su asistente, aparece un repertorio impresionante de personajes de todo África y Oriente Próximo. Un empresario canadiense afincado en Dubai, la sobrina del presidente Mnangagwa que trabaja en el banco nacional, un líder de un partido político keniata propietario de varias empresas que comercian con oro en Dubai, no son más que algunos de los variopintos actores involuntarios del documental. Estas personas de América del Norte, el sur de África, Gran Bretaña y Emiratos Árabes Unidos se unen para colaborar más allá de sus fronteras. Juntas eluden las sanciones y se benefician unas a otras, ayudadas por la falta de transparencia en Zimbabue y la represión de toda oposición política. La corrupción política forma parte de la vida de Zimbabue desde hace ya tiempo.
Después de ganar la guerra para independizarse de Gran Bretaña, en 1980, el líder revolucionario Robert Mugabe creó el clásico estado de partido único. Él y Mnangagw, su jefe de seguridad en esa época, reprimieron y asesinaron a sus rivales y acabaron gobernando el país como una red clientelar cada vez más extensa. Sin embargo, en los años 80, la mayor parte del botín (empleos, contratos, sobornos…) iba a parar a manos de empresarios privilegiados de la tribu shona de Mugabe. En los 20 años posteriores a la independencia, las granjas de los colonos blancos siguieron produciendo los cultivos comerciales (tabaco, azúcar y flores) que representaban la mayor parte de las exportaciones del país. Pero todo se fue al traste en 2002.
A principios del siglo XXI, Mugabe realizó una reforma agraria en la que expropió a muchos de los propietarios blancos de sus tierras para dárselas a sus partidarios y allegados. La producción agraria se desplomó y los ingresos por exportaciones cayeron en picado. El Banco Central empezó a imprimir dinero y la inflación aumentó. Se establecieron tipos de cambio de divisas artificiales al igual que en Venezuela (consultar artículo) y la minería sustituyó a la agricultura como principal fuente de monedas fuertes (dólares, euros…). Sin embargo, no solo Zimbabue había cambiado, los sistemas financieros de todo el mundo se habían acostumbrado al dinero procedente de la corrupción. Entre 1980 y 2002 surgieron nuevos tipos de Estado que no eran meros paraísos fiscales, sino “jurisdicciones puente”. Estos Estados son parte legítima del sistema financiero internacional y comercian normalmente con el mundo democrático, pero también están dispuestos a blanquear o aceptar dinero robado y a ayudar a personas o empresas que han sido sancionadas. Un ejemplo son los Emiratos Árabes Unidos (EUA), que ponen muchas facilidades para que extranjeros sancionados adquieran propiedades. Como consecuencia, la compra de bienes raíces (propiedades inmobiliarias) en el país por parte de rusos aumentó un 100% tras la invasión de Ucrania. Turquía también ofrece lagunas legales que permiten a cualquiera transferir dinero al país e importar metálico y oro directamente.


La entrada de dinero cleptocrático en un Estado, también puede hacer más autocrático y represivo a ese Estado. Por ejemplo, tenemos el caso de Kirguistán, que en 2022 multiplicó por 2,5 sus exportaciones a Rusia. A partir de ese año, productos que Kirguistán nunca había exportado: champú, palillos, jabón… fabricados por empresas chinas y europeas que querían eludir las sanciones, empezaron a invadir el mercado ruso. Al mismo tiempo, también apareció en los mercados europeos madera y productos derivados de ésta fabricados en Bielorrusia, pero etiquetados como si procedieran de Kirguistán o Kazajistán, ninguno de los cuales había exportado madera nunca. Esta entrada de dinero corrupto en Kirguistán (procedente de Rusia) originó que el régimen se endureciera. Tras ser uno de los países más abiertos en la región en cuanto a prensa libre, empezó a prohibir publicaciones y a aprobar leyes que coartaban a los periodistas que tenían como resultado la confiscación de móviles y ordenadores a los trabajadores de la prensa. Periodistas de investigación como Bektour Iskender que había sacado a la luz tramas multimillonarias de contrabando y blanqueo de dinero en Kirguistán, se enfrentaban a la perspectiva de un exilio de larga duración. Las autoridades le advirtieron de que debía abandonar el país, “El régimen se ha envalentonado con la enorme entrada de dinero ruso” afirmó el periodista en una entrevista en 2022.
Volviendo al caso de Zimbabue, para 2008, la mala gestión económica del gobierno de Mugabe, había generado una verdadera crisis. La inflación estaba por encima del 200.000.000%, los billetes más grandes tenían un valor de billones. En esta debacle económica surgió una oposición, el Movimiento por el Cambio Democrático. De hecho, Morgan Tsvangirai (su líder), ganó la primera vuelta de las elecciones. Mugabe, que podía permitir una verdadera transición democrática en Zimbabue, respondió con violencia. El Foro de Derechos Humanos del país documentó 137 secuestros, 19 desapariciones, 107 asesinatos y 6 violaciones por motivos políticos. A pesar de que en los siguientes años Mugabe y su séquito se hicieron inmensamente ricos, la crisis económica se agravó. Después de echar a Mugaba en 2017, Mnangagwa empezó a eliminar los últimos resquicios del Estado de derecho que quedaban en el país africano. En 2021, modificó la constitución para poder contratar y despedir jueces, acabando con la separación de poderes. Antes de las elecciones de 2023, Mnangagwa aprobó la “Ley Patriótica” que consideraba delito que cualquier ciudadano hablara mal de Zimbabue o de su Gobierno a cualquier extranjero. Muchos periodistas decidieron dejar de cubrir las elecciones por este motivo. Las elecciones amañadas dieron la victoria al Gobierno y la policía comenzó a arrestar a los partidarios de la oposición. Estas fraudulentas elecciones y sus represivas consecuencias, acarrearon más sanciones de EE.UU. y la UE. Sin embargo, el partido gobernante tenía alternativas para financiarse. El Gobierno tenía una larga relación con el Partido Comunista de China, y ya en tiempos de Mugabe, cuando aún luchaba por la independencia, los chinos le habían proporcionado armas, instrucción y asesoramiento. China es el mayor inversor de Zimbabue y el mayor proveedor de importaciones. Durante la pandemia, China proporcionó más de un millón de dosis de su vacuna (Sinovac) para el COVID-19. Estaba claro lo que los chinos querían: minerales. En 2022, unos inversores chinos firmaron un acuerdo de 2.800 millones de dólares para construir instalaciones de procesamiento de litio, platino y níquel, que luego exportaban para fabricar baterías en China. El país asiático, a cambio, vendió a Zimbabue tecnología de seguridad interna de Huawei y ayudó al presidente Mnangagwa a mantenerse en el poder.
Las estrechas relaciones entre Zimbabue y China, eran iguales que las que tenía con Rusia. Zimbabue fue uno de los 11 países que votó a favor de la anexión rusa de Crimea en 2014. A cambio, Zimbabue otorgó una concesión minera de platino a Rusia, a lo que Moscú respondió con el envió de varios cazas MiG-35, en respuesta, Mnangagwa hizo varios acuerdos sobre inversiones rusas en la industria del diamante del país. Y así en una interminable cadena de favores “diplomáticos”. En 2023, en la cumbre Rusia-África de San Petersburgo, Zimbabue declaró que “se solidarizaba con la Federación Rusa en la operación militar especial de su país en Ucrania”. A cambio, Putin obsequió a Mnangagwa con un helicóptero, a lo que el presidente declaró: “Las víctimas de las sanciones deben cooperar”. Y así es como Zimbabue se ha convertido en un devastado nido de ratas corruptas.
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